La política da bastante asco. Lo da porque algunos se han encargado de convertir el arte de ayudar a los demás administrando adecuadamente los bienes comunes en el arte de aliviar su particular economía y la de sus amigachos. Hay quienes han pagado algo más que la pena de banquillo por confundir el bolsillo de los contribuyentes con el suyo propio, pero también los hay que han terminado por destrozar gobiernos enteros mientras que la ciudadanía seguía viviendo del pan y circo ofrecido.
Son cosas de la política, que da asco por eso y por más. En ese lote del ‘más’ entran los ridículos colectivos que son capaces de hacer quienes ahora mismo matarían por ocupar el sillón de una alcaldía. Pasa en demasiados lugares de esta querida España y también en Ceuta. Ya hay quienes empiezan a hacer su campaña particular para intentar ser los futuros alcaldes de la Perla y ya afilan los cuchillos antes de tiempo.
Sánchez Prado tuvimos uno. Pena le debe dar cada vez que contempla lo que pasa a su vera. El complejo de ser un ‘Sánchez Prado’ anida en demasiados aficionados a esto de la política, en demasiados ‘artistas’ a los que les viene grande el traje.
Habrá tiempo. Total, si el alcalde ya ha anunciado que se marcha, que no repetirá más, que dejará el puesto a quien le releve. No es necesario que tan pronto se escenifique una particular ‘cruz de navajas’ ni se haga política bajuna mintiendo, revolviendo, chismorreando y haciendo precisamente el tipo de cosas por el que un político no cobra el sueldo a final de mes.
Hay demasiados nervios en la plaza por llevar el mando. Demasiadas prisas por construir la casa por el tejado.