Categorías: Opinión

Mirar hacia otro lado

El mirar hacia otro lado ante determinados hechos o problemáticas puntuales, parece erigirse en una especie de estigma consustancial con este pueblo. Bien por la pasividad e indiferencia de la ciudadanía o por la dejadez de políticos y gobernantes, determinados asuntos terminan por enquistarse o agravarse, hasta el extremo de parapetarse en serias barreras que dificultan, cuando no impiden su solución.
La reyerta entre medio centenar de inmigrantes subsaharianos en los alrededores de ‘El Coso’ hadueño ha sido una vez más un suceso lamentable. Cuidado, que no hablamos ya de meros enfrentamientos verbales sino de lanzamiento de hierros y piedras de gran tamaño, algunas de ellas afiladas, entre los dos bandos en litigio por la pugna del ‘control’ de carritos y aparcamientos. Que comerciantes y vecinos tuvieran que cerrar persianas y ventanas, al tiempo que los  transeúntes corrieran presos del pánico no es de recibo. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar las consecuencias de la fuerte presión migratoria que desde hace ya tantos años viene padeciendo Ceuta?
Ni ha sido la primera vez ni será la última si no se toman las medidas oportunas. Las que debieron adoptarse, con firmeza, desde el primer momento en el que los inmigrantes comenzaron a invadir y a tomar a sus anchas zonas de aparcamientos, para buscarse unas monedas, simplemente aplicando las ordenanzas municipales. La anterior trifulca, recordemos, fue en abril, entonces entre argelinos y subsaharianos en los alrededores del ‘Lidl’. Como ya denunciaba yo en mi columna del 22 de dicho mes - ¡ para qué!, me pregunto ahora -, la desidia de la autoridad había dado lugar a la proliferación de tal actividad por los más diversos puntos, hasta el extremo de atosigar al automovilista ceutí. Transcribía entonces cierta conversación mía al respecto:
“- ¿Qué prefieres, qué les cerremos esa vía de ayuda y opten por recurrir a robar o atracar para conseguir dinero?, me decía un destacado político local.
- Pero es que esto ya se pasa de castaño oscuro. Es ir soltando monedas por aquí y por allá. Día tras día. Como si no tuviésemos bastante con la ORA o con el mismo impuesto de circulación de vehículos, -le respondí-.
- Hay que ser solidarios. No te obceques.
- ¿Solidarios? ¿Nosotros? ¿Lo es acaso el gobierno de turno con ellos? ¿Hemos generado los ceutíes este problema en un territorio tan reducido y sin recursos? Que les dejen circular libremente por el resto del territorio nacional, tal y como ellos quieren. ¿Acaso Ceuta no es España o, por el contrario, ha vuelto a ser una especie de neo penal temporal para inmigrantes?”
Lo peor del caso es que por parte de determinados individuos se ha llegado ya al acoso en toda la regla, cuando no a despreciarte las monedas que les entregas, arrojándolas al suelo si no les das el preceptivo euro. Le ha sucedido a un familiar mío. Que hay mucha gente buena en el colectivo, me consta. Pero también elementos muy conflictivos entre esos grupos de ‘varillas’ y posiblemente bien identificados. Tratar de acabar con sus actuaciones sólo a los indeseables de estas prácticas sería algo imposible como absurdo. La solución pasa por erradicar el problema de una vez por todas. Qué es difícil, por supuesto. Pero inténtese al menos. Con firmeza e insistencia. Día tras día y lugar por lugar. ¿A cuenta de qué esos repartos de días y horas entre ellos?
No es cuestión baladí, no. Máxime cuando el asunto pudiera derivar en graves incidentes que lamentaríamos después. La noticia del suceso de ‘El Coso’ me llega mientras me encuentro circunstancialmente en la Península. Desconozco por tanto si se habrán tomado medidas al respecto, al tiempo que no deja de llamarme la atención el simple hecho acudir a supermercados o aparcar felizmente donde pueda sin el acoso de nadie. ¿Seremos acaso los ceutíes, me vuelvo a preguntar en esos momentos, ciudadanos de segunda categoría?
La triste época de los subsaharianos abandonados a su suerte en el Ángulo sin el menor rasgo humanitario, afortunadamente quedó ya lejos en el tiempo. Actualmente todas sus necesidades las tienen cubiertas en el CETI: comida sana y abundante, ropa, calzado, asistencia médica y unas instalaciones dignas donde vivir durante su estancia temporal en Ceuta.
Como bien manifestaban los vecinos de Bermudo Soriano a este diario, lo de esta semana “ha sido muy vergonzoso”, “un auténtico bochorno”. ¿Hacen falta más serios avisos para tratar de poner fin a tan anómala situación? Y a propósito, determinados e incisivos políticos de la oposición ¿no tienen opinión sobre esta problemática?

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