Ayer leyendo en Facebook que había fallecido María Salvo, nacida en 1.922, al igual que tú; tuve la imperiosa necesidad de escribir sobre ti.
Eres de una generación de mujeres valientes, que arriesgaron su libertad por luchar en lo que creías: derechos, igualdad y libertades. Que os tocó vivir una adolescencia perdida en una guerra, una juventud mermada de derechos y que un 20 de noviembre de 1.975, el día que cumplías 53 años, empezaste de nuevo a vivir. Luchaste en la clandestinidad sin que nadie de tu familia lo supiera, bueno eso creemos, aunque muchas veces he pensado que la abuela lo intuía y por eso discutíais muchas veces, sin que mis hermanas y yo supiéramos los motivos.
Cuando empezaron a legalizarse los partidos políticos fuiste la segunda mujer que lo hizo en el Partido Socialista Obrero Español de Ceuta y comenzaste a vivir lo que llevabas esperando casi cuarenta años. Comenzaste a moverte “como pez en el agua” hacías las campañas electorales como si tuvieses veinte años, de la mañana a la noche: Subías varios pisos a pie, buzoneabas en barriadas completas, embuchabas papeletas electorales hasta altas horas de la madrugada y todo lo hacías con un entusiasmo increíble para tu edad.
En el kiosco que tenías en el Muelle Cañonero Dato se organizaban tertulias no programadas, acudían jóvenes y mayores, y tú disfrutabas con ello.
Todos tus compañeros y compañeras sabían que cuando algo te parecía que podría perjudicar al Partido “le cantabas las cuarentas” al más pintado.
Mantenías correspondencia con Ramón Rubial y con Alfonso Guerra, tus compañeros te respetaban y admiraban.
Son muchos y muchas los que me dicen cuando en nuestro Partido no va como debería: “¡Qué pena que no tengamos a María, ella habría puesto a más de uno en su sitio!”
Te sentías muy orgullosa y nosotras lo respetábamos cuando decías: “He luchado por criarlas como es debido, ahora ellas tienen sus vidas y para mí lo primero es mi Partido”
Me enorgullece recordar, dentro de nuestro dolor, como trataron los Medios tu fallecimiento. Jamás he visto un entierro como el tuyo, pudimos cumplir todos tus deseos: Ser enterrada con tu madre, tus nietas te impusieron el escudo de tu partido sobre la ropa que te llevaste, una caja sin cruz, no quisiste responso ni misa, tu partido y amistades, gracias al compañero Enrique Moya, te cantó la internacional a la entrada de tu féretro al Cementerio.
En marzo hizo trece años que nos dejaste, pero jamás serás olvidada, porque como dijo Pablo Iglesias:
¡“¡Los socialistas no mueren, se siembran!” y tú dejaste mucho sembrado!