Con esa energía, alegría e ímpetu que la caracteriza, abría Maribel Lorente al equipo de FAROTV las puertas de Digmun, su asociación, esa que creó para poder luchar en un plano donde “pudiera ser escuchada, donde poder conseguir lo que reivindicamos”, y que se ha convertido en su hogar. Esa asociación donde tantos logros ha conseguido y donde genera seguidores y detractores, quizá a partes iguales. Donde ha realizado una labor encomiable que, junto a su trayectoria previa, al fin, y bajo toda su “incredulidad”, ha sido reconocida oficialmente, ya que CCOO, su sindicato, ese al que hace ya “tantos años perteneció”, ese que, reconoce, la “empoderó” y donde “comenzó a dar guerra”, ha decidido que Lorente sea este 2018 la mujer del año.
La que fuese directora del colegio Vicente Aleixandre y responsable de la Secretaría de la Mujer en CCOO, recibirá en las próximas semanas el premio que lleva por nombre a una de sus amigas y compañeras, el Maite Alascio. Un reconocimiento que la sobrecoge, porque por mucho que se niegue, a todo el mundo le gusta que le valoren su trabajo, también, porque, como confiesa “a los que damos tanta guerra no nos dan premios”, y, por supuesto, porque le recuerda a aquellos “maravillosos y difíciles” años 90 en los que decidieron dar voz al movimiento feminista en la ciudad.
En mi caso está lleno de contradicciones, porque no soy muy partidaria de este tipo de actos, sin embargo me embriaga de alegría que valoren el reconocimiento al trabajo que llevo realizando desde hace muchísimos años en el área de la mujer porque piensas que, quizá, ha sido visible. Pero en este caso entraña un gran valor a nivel personal por dos motivos fundamentales: por mi vínculo con el sindicato y, por supuesto, por mi vínculo con Maite.
Estuve sólo tres años de liberada en Comisiones. Durante aquel período únicamente formábamos parte de él tres mujeres: Fati, Maite y yo, y se terciaba muy complicado trabajar en un sindicato donde todo eran hombres. Pero no porque hubiese algún tipo de trato discriminatorio, sino porque por aquel entonces, a pesar de ser de izquierdas y progre, estaba repleto de machistas y, quizá, quede algún reducto todavía. Estando como responsable en la Secretaria de la Mujer era muy complejo poner cualquier actividad en marcha, nunca nos negaron nada de lo que solicitamos, pero el problema radicaba en que la presencia de mujeres era inexistente, y los hombres que había no apoyaban nuestra causa.
Cualquier tipo de reivindicación que se emprenda contra una injusticia va acompañada de una enorme cantidad de detractores, porque a nadie está dispuesto a ceder en privilegios y poder.
Muchísimo. Observo constantemente cientos de acciones, pero no las digo porque son muy sutiles, y, además, hace años decidí que no me absorbiera la energía el que me iba a poner la zancadilla. Sin embargo, la mayoría de las mujeres viven a diario incesantes situaciones que son incapaces de ver. Ahí radica la clave, es necesario que estemos formadas porque el camino sigue abierto, y todo lo que tenemos se lo debemos a las mujeres que nos han precedido, porque su lucha sí que fue realmente difícil.
Que las mujeres tenemos que estar unidas, y no significa que siempre llevemos la razón, pero esa unión es esencial y determinante. Ya que no podemos achacarlas y culpabilizarlas de cientos de situaciones de las que no son responsables, sino víctimas, de ellas, y de una sociedad que se ha encargado de educarlas en ese sentido. Vea el vídeo en FAROTV.
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