Se ha marchado creando magia. Qué capacidad y qué fuerza tenía Reduan que hasta en su entierro consiguió lo que nadie. Convirtió en imborrable ese último acto. Es como si hubiera sacado su cámara de fotos para pintarnos una escena brillante con solo un click. La foto no salió movida, estaban todos recogidos en ese gran angular.
Tus compañeros de trabajo acudieron a arroparte no solo en Ceuta, los había dispersos por toda España. En Asturias, Navarra, Madrid, Sevilla, Granada, Manilva… o postrados en una cama enfermos pero teniéndote en la mente y en el corazón. Físicamente no pudieron presenciar el entierro tan sentido, tan bonito y tan al detalle que te prepararon en Sidi Embarek pero pudieron revivirlo con documentos gráficos llenos de tanto amor como el vídeo hecho por Abdeselam.
Sus alas protectoras se hicieron más grandes que nunca. Allí estaba tu amigo con el que tantos entierros de inmigrantes compartiste: Reduan dejando testimonio de esos invisibles a los que daba espacio en El Faro; Abdeselam siempre generoso calmando el dolor de sus familias con vídeos montados a base de sentimiento.
En Sidi Embarek se hizo esa magia que Reduan representaba. Le rezaron los musulmanes y, con todo el respeto, los cristianos. Reduan conocía, respetaba y entendía todas las religiones. Era único en ese saber estar/respetar. Por él sigue rezando la comunidad musulmana pero también una Iglesia cuyos actos tanto y tan bien inmortalizó.
Esa convivencia de la que tanto se habla se concentró de la manera más normal este sábado en un día de despedida en el que todos nos unimos para dar el pésame a su familia. Había amor, mucho. Lo había allí pero también en los cientos de mensajes de WhatsApp recibidos, en los comentarios en redes sociales, en las condolencias recogidas en la página web.
Juan, mi amigo del alma, me preguntaba anoche si Reduan sabría en realidad lo que le quería la gente. Creo que sí, que lo sabía. Creo firmemente que con toda esta impresionante cascada de mensajes, escritos y lágrimas, con esa unión especial conseguida solo se ha hecho justicia a un hombre bueno, humilde y sencillo.
Como decía mi compañera Bea, ahora estás con nuestra recordada Ana Dueñas, tú tirando fotos desde el cielo y ella montando las páginas para que entraran todas las posibles en las crónicas de sociedad. Os tenéis y os tenemos.