Los padres de Ikram C., Abdelmalik y Latifa, han manifestado en diferentes ocasiones su pesar por el asesinato de su hija y contaron a este medio la sensación de impotencia y angustia con que viven.
El dolor que puede causar una muerte en estas circunstancias es algo que sólo conocen los familiares más cercanos. La rabia de pensar que igual podría haberse evitado, el recuerdo de sus los últimos momentos junto a su hija y las palabras que intercambiaron antes de que fuera asesinada vuelven una y otra vez a la mente de unos padres de Ikram, que buscan una explicación a lo que sucedió el día 15 de julio de 2009.
“No le deseo a nadie que pase por el calvario que nosotros estamos sufriendo”, confesaba Latifa Al-Lal, madre de Ikram, a este medio apenas cuatro meses después de la muerte de la joven. La mujer contaba que no podía borrar de su mente aquel último telediario en el que enterraban a la primera víctima mortal de gripe A e incluso aquel pollo con patatas fritas que le preparó para que cenarán ella, su pequeña y la hija. Latifa tampoco se quitaba de encima aquellas horas de espera sin saber qué le habría pasado a Ikram. Recuerdos que se tornan en angustia e impotencia al saber lo que pasó.
Para Abdelmalik Chaib, padre de la joven asesinada, Marvin no era una buena persona. Al menos así lo manifestó en diversas conversaciones con ‘El Faro’. “En el momento en el que lo conocí supe que era una persona agresiva y maleducada. Le dije a mi hija que no me gustaba, y ella se quejó y me dijo que todo el mundo le decía lo mismo”, recordaba al día siguiente del asesinato.
Ambos progenitores destacaron en su día que su hija tenía miedo de su marido, y el padre admitió que creía que sufría maltrato, aunque nunca pudo tener pruebas de ello hasta el día de su asesinato a manos de Marvin.
Ahora, con la llegada del juicio que se celebrará hoy en la Audiencia Provincial los familiares desean que se haga justicia, aunque saben que eso no les devolverá a Ikram. “Espero que el asesino de mi hija cumpla su condena de manera íntegra (...) que le caiga la condena más grande que haya”, aseguró el padre de una joven a la que definían como “una chica, religiosa, inteligente y seria”. Una joven que cumplía sus oraciones, llevaba hiyab y era, en definitiva, una “buena musulmana”.