María Dueñas arrasa. En las librerías y allí donde va. Ha conseguido algo de lo que muy pocos pueden presumir, que la sala de usos múltiples de la Biblioteca Pública estuviese desbocada de afluencia y sin apenas un ápice libre.
.Mientras, su nueva novela, ‘Las hijas del Capitán’, se vendía como la espuma, y los ya presentes no perdían la ocasión para inmortalizar el momento. Sin duda las féminas, su público de cabecera, volvió a teñir la sala en la que también destacaba, aunque de forma más discreta, la presencia masculina. Una vez en silencio, y entre un caluroso clima que combatía el frío que empezaba a invadir en el exterior, María al fin se pronunció.
Voz cálida y firme, cual docente universitaria, agradeció “enormemente” la acogida que siempre recibe en la ciudad. La separan ocho años de su primera y última visita, que recordó entre anécdotas, apoyo audiovisual (regalo de la Biblioteca) y risas de los presentes. “¡Qué jóvenes éramos!”, decía. Desde entonces le han llovido, cargados de halagos y éxitos de ventas, dos libros más, sin incluir el último.
Un período en el que atesoró una deuda con su publico caballa y que ha quedado saldada con un repaso, antes de centrarse en su última publicación, que apunta a convertirse en un nuevo éxito. Mucho le debe a ‘El tiempo entre costuras’, sin él, probablemente, el fenómeno Dueñas hoy sería inexistente. Sin embargo, reconocía que era una etiqueta de la que necesitaba liberarse.
Un lastre que temía que siempre le persiguiese, pero ‘La Templanza’, la relajó y consiguió “reconciliarla” consigo misma. “Me di cuenta que era capaz de tener diferentes registros”. Sin embargo, con ‘Las hijas del Capitán’ vuelve al género histórico y sucumbe al encanto de protagonistas femeninos. Ha vuelto a empoderar a un género que defiende a capa y espada. Dentro y fuera de la ficción.
“Las mujeres somos las que mas leemos, asistimos a más eventos. El mundo editorial está copado por mujeres en su gran mayoría. Queda una cuestión: hay algunos hombres que siguen pensando que las mujeres escriben para las mujeres y los hombres para todo el mundo. Pero yo por ser mujer no tengo que masculinizar mi prosa. Hay quien debe ser mas flexible y menos prejuicioso y pensar que nosotras tenemos cosas interesantes que contar”. Cada vez más hombres caen rendidos a su prosa, aunque es innegable que el femenino sigue siendo, de momento, su público más fiel y abundante.