Recomiendo, a quien aún no lo haya hecho, que se lean la reflexión del Padre Guillermo en esta Semana Santa. Una reflexión que cala en unos momentos en los que la hipocresía tiende a dominar todo, en unos momentos en los que la fe se vive en la calle (o así debería ser), pero en muchos casos asoma disfrazada de lo que en el fondo no es.
“Nadie puede decir que ama a Dios si desprecia a su semejante”, dice el Padre Guillermo. Y lo asevera cuando hay tantos y tantos que enarbolan la bandera de la religión mientras desprecian a diario al diferente.
La vida cada vez se hace más dura en jornadas constantes de rutina de cara a la galería, esa galería ausente de valores, preñada de fachadas, disfrazada de poses.
“En nuestra sociedad se dice tan rápidamente te quiero, pero, ¿realmente queremos a las personas?, ¿realmente estamos dispuestos a amar, a sacrificarnos por alguien de tal forma que, pues como dice San Pablo en una de sus cartas, ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí, y si Cristo vive en ti, pues entonces lo importante no eres tú, es el otro?”, se pregunta el Padre Guillermo.
Hoy comienza una Semana Santa de procesiones, encuentros y reflexiones. Deberíamos pensar y sentir más, vivir realmente eso que se externaliza en la calle evitando que sea pura fachada, un absurdo disfraz.
Vivimos tiempos convulsos en los que se ataca a una joven porque quiere participar en un concurso hasta humillarla, vivimos tiempos complicados en los que a quien nada tiene lo tildamos de ladrón mientras lo metemos en una nave, vivimos tiempos de odio cuando pisoteamos el respeto más básico para buscar la ocultación en perfiles falsos.
“Nadie puede decir que ama a Dios si desprecia a su semejante”, dice el Padre Guillermo. Lo fácil es leerlo, lo complicado es entender esa frase y decidirse a cambiar.
(https://elfarodeceuta.es/padre-guillermo-nadie-puede-decir-ama-dios-desprecia-semejante/)