Seguimos perdiendo el control. Que nos hemos hundido como sociedad, eso lo tengo claro hace ya muchísimo tiempo. Pero la degradación de unos meses hacia acá reconozco que me está sorprendiendo. El ocultismo de las redes sociales, o redes suciales como las llama Vicente Álvarez, permite aflorar lo peor de la humanidad. Insultos, bulos extendidos de manera premeditada, difusión de imágenes y acusaciones perversas que pueden poner en riesgo la integridad de las personas... Todo se hace de manera gratuita, como si nada pasara porque detrás de una pantalla o con el móvil en mano parece que somos los más valientes del mundo. La Justicia debe poner tope a todo esto, hemos llegado a una situación tan extrema que si no se actúa de oficio estaremos fracasando a todos los niveles. La libertad de expresión no puede servir para proteger acusaciones falsas, insultos y vejaciones gratuitas como está sucediendo.
Lo más curioso es que detrás de esas redes suciales asoman los mejores profesionales. Según los comentarios que difunden deben ser los mejores policías, investigadores y forenses porque saben de todo, tanto que son capaces hasta de adelantarse al contenido de un auto judicial o de una investigación difundiendo así mentiras basadas en unos supuestos conocimientos que no son más que sentimientos teñidos de odio.
En las redes sociales se asoman los falsos conocedores de todos y los mejores expertos
Cada uno es mayorcito para saber lo que hace, lo que escribe y lo que comparte. Cada uno sabe perfectamente qué es delito y qué no, qué significa calentar a las masas y qué consecuencias pueden tener determinadas conclusiones, más aún cuando se buscan canales de divulgación como Facebook. No vale aludir a la ignorancia, ni tampoco los medios de comunicación pueden argumentar que solo copian y pegan estados de Facebook porque pueden ser colaboradores de determinadas consideraciones muy peligrosas. No todo vale, mucho menos las aberraciones, los mensajes basados en supuestos informes falsos. No hace mucho España entera se conmocionaba por lo ocurrido ante la difusión de un vídeo sexual de una mujer que terminó quitándose la vida. Todos se llevaron las manos a la cabeza y condenaron lo sucedido. Incluso lo hicieron las mismas personas que ahora se dedican a despotricar, a atacar, a sumarse a un gran bulo llevados por no sé qué sentimiento de odio. Incluso dirigentes políticos se suman al carro como descerebrados. Esto es una vergüenza, una locura en cadena basada en la ignorancia y el odio. Pero ya somos mayores. Todos. Allá cada uno.