Miren que la administración dice estar sensibilizada con eso del ruido. Tanto que al final tuvieron que intervenir, Delegación y Ciudad, para bajarle los humos a Juan Luis Aróstegui, buscar un sonómetro que dé el pego pero que no sirve para sancionar, y obligar a los parados a dejar las vuvuzelas y los tambores para otros menesteres. “El TSJA ha defendido los derechos de todos los ceutíes”. ¿No es eso lo que nos decían? Incluso había un especial interés en que los medios difundieran que el alto tribunal había obligado a que los parados calentados por Juan Luis cumplieran las normas. Ya saben, que admitieran eso de que las libertades de cada uno llegan hasta las del otro. Así llegaron los buenos tiempos de unión, paz y serenidad marcadas por las valoraciones de una sentencia que fue convertida en la más destacada por todos los políticos.
Ahora tenemos otra situación idéntica, pero en vez de parados con furgoneta de CCOO tenemos subsaharianos con mando militar al frente y policías que les escoltan con cara de circunstancia. Hacen ruido, no a una hora concreta, sino a todas. Intentan cortar el tráfico sin conseguirlo pero sí le cortan el café a más de uno y la venta de la chuche al kiosco de la plaza de los Reyes. ¿Aplicamos la normativa? Deberían. Si esto es Guantánamo para los manifestantes, también lo está siendo para el resto. Si esto es una tortura para quienes no llevan ni meses en Ceuta y ya están agrediendo y amenazando al personal, imagínense para el resto.
La administración no está actuando a la altura de las circunstancias ante un problema que ha ido creciendo sin que se le diera el trato adecuado. Ahora tenemos el asomo de un problemón en condiciones y lo que no puede hacer don José es encerrarse en su despacho mientras la población aumenta su enojo e impotencia con lo que sucede.
Si comenzamos a aplicar las leyes con diferencia, éstas se nos pueden volver en contra. Eso es lo que ha hecho el Estado al aprobar una ley de asilo sin tener en cuenta las especificidades de Ceuta y Melilla, y así se ha topado con todo un conflicto nacido de la incompetencia de unos cuantos. Lo malo es que esa incompetencia sigue y se refleja en los detalles que la realidad nos va escupiendo. ¿Por qué don José no comparece y habla claro a los ceutíes sobre lo que está pasando? La incertidumbre es la peor de las compañeras de viaje.