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El proceso de Intervención Comunitaria Intercultural de la Ciudad, Cruz Roja y ‘la Caixa’ ve “prioritaria” a la infancia de la zona para incidir en su “transformación social”
La Ciudad Autónoma, Cruz Roja y ‘la Caixa’ se han comprometido esta semana dar continuidad al proceso de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI) que comenzó hace tres años en las barriadas de Hadu y La Almadraba y que abarca siete secciones censales de las once que comprende el distrito cuatro: Bermudo Soriano, Hadu, Vicedo Martínez, San José, Hospital Militar, Almadraba y Juan XXIII.
La Monografía Comunitaria que, bajo el título ‘Infancia, Juventud y Familia. Convivencia en San José/Hadú-Almadraba’, se ha elaborado, es “el principal resultado de un proceso de construcción de conocimiento compartido sobre la realidad del territorio en el que han participado responsables de la Administración, recursos técnicos y profesionales públicos y de otras entidades sociales y la ciudadanía a través de asociaciones o colectivos o a título individual”.
Su contenido incluye una parte cuantitativa configurada como “una aproximación descriptiva de su situación sociodemográfica y las principales características del territorio y su población” y otra cualitativa que “presta un papel fundamental a las voces de los protagonistas en la comunidad”.
Siendo Ceuta, en comparación con las medias nacionales, un territorio especialmente afectado por fenómenos de pobreza y situación o riesgo de exclusión social, la zona de trabajo del proceso lo es más: las tasas de riesgo de pobreza y exclusión en algunos barrios de la zona de intervención fluctúan entre el 50% y el 90% de la población residente.
En concreto, los barrios de Vicedo Martínez (92%), Reyes Católicos (81%), Bermudo Soriano (78%) y la calle República Argentina (71%) presentan las tasas más altas en un área en la que la proporción de menores es más significativa por la elevada natalidad”.
“Es imprescindible considerar a la infancia que reside en estos barrios como un objetivo prioritario por su valor añadido a futuros procesos comunitarios de transformación social de la comunidad”, estiman los responsables del proceso ICI, que trabaja con una juventud con una de las tasas de fracaso escolar más alta de toda la ciudad. En la zona “existe una opinión generalizada en torno a la idea de que la falta de recursos de las familias es un factor determinante, no siendo únicamente académico o de apoyo familiar”.
Para el equipo de trabajo “un factor fundamental que incide directamente en la integración laboral de los jóvenes [muy “desmotivados”] en el mercado de trabajo va a ser el nivel educativo alcanzado, por lo que es esencial garantizar la cualificación y las oportunidades de la juventud para evitar posibles procesos reproductivos de exclusión académica, laboral y social”.
Hadu y La Almadraba se caracterizan también por ser un territorio “con una alta diversidad cultural” en el que conviven comunidades etnoculturales diferenciadas con un alto porcentaje de población extranjera. El número de alumnos foráneos de origen africano ha crecido en los últimos 10 años en la ciudad un 450%, pasando de 176 a 969, y “en un entorno con estas características sociodemográficas, la gestión de la diversidad sociocultural se convierte en un gran reto y una prioridad comunitaria especialmente en el ámbito de la integración y la convivencia escolar”.
En materia de salud se ha detectado que “existe un déficit importante en cuanto a educación sexual, de higiene y de alimentación saludable” y que las drogodependencias y el tráfico de estupefacientes están “muy presentes” en determinadas zonas del territorio.
Las aportaciones recogidas coinciden en observar que el uso mayoritariamente exclusivo de la lengua materna ‘dariya’ en el entorno familiar por la población extranjera residente, y por lo tanto el bajo nivel de castellano y del manejo de vocabulario, “influyen en el desarrollo tanto académico de los menores cuando acceden a los centros escolares, como en la comunicación de estos con los recursos públicos en general”.
Entre las potencialidades del territorio se citan “el potente tejido asociativo y la infraestructura de las organizaciones vecinales” para desarrollar actividades, las “experiencias pioneras en la lucha contra el fracaso escolar o el abandono educativo, así como en la integración escolar de los menores” de algunos centros o la alta participación de las familias en espacios culturales y religiosos.