No suele ser fácil adquirir programas antiguos de la Semana Santa Ceutí. Realmente hay que llegar al final de la Guerra Civil para poder dar continuidad a una serie desigual, en la que muchas veces tan solo contamos con una relación de cultos y procesiones, pero sin itinerarios.
Uno de los más antiguos que conocemos es el de la Semana Santa de 1927, impreso editado por la Imprenta La Española, ligada en origen a la Papelería La Española que fundara Miguel Vila a comienzos de los años 20 en la calle Real y que en los últimos años fuese la Imprenta Godino, en la calle Ciudad Trujillo.
El programa de 1927 no contiene aún fotografías de nuestra Semana Santa. Para ello habrá que llegar a 1940, pues aunque el de 1938 ya tiene algunas, no son de imágenes locales. Tampoco sabemos a ciencia cierta quién fue el promotor del mismo, pero dado que firman al final Matías Carmona como prioste y Rafael Orozco como secretario, creemos que fue encargado por la Venerable y Real Cofradía del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Soledad.
La Cofradía del Santo Entierro de Ceuta había nacido el año 1913 por iniciativa del canónigo Manuel Miranda Moreno, y con el apoyo de personas entonces tan conocidas como los farmacéuticos Luis de Mesa León y Enrique García Matres, el periodista José María Guerra Lázaro, el librero José Saavedra Rullán, militares como Enrique Noguerol Quevedo y funcionarios municipales como Adolfo Orozco Mérida. Tras la travesía del desierto iniciada con las desamortizaciones, la pérdida de cofradías y conventos había acabado con los cultos públicos en la ciudad, y desde el Cabildo Catedralicio se consideraba oportuno el momento para recuperarlos.
A pesar de que desde la Semana Sana de 1913 se fueron añadiendo a los cortejos las imágenes antiguas de la población como Nazareno, Vera Cruz o las dolorosas de la Catedral, San Francisco y Remedios, y se adquirieron los pasos del Descendimiento, Expiración, Flagelación y Oración en el Huerto, en 1927 no se había independizado aún ninguna sección como nueva Hermandad. Resulta así especialmente valioso este pequeño programa para conocer cómo era la Semana Santa local en el primer cuarto del siglo XIX.
Comenzaron los cultos, aquel año, el Sábado de Pasión, con el inicio del triduo en honor de los titulares de la Cofradía del Santo Entierro, que predicó el rector del Santuario, José Brenes Benítez y acabó con el canto del Miserere, amenizado por orquesta y coro, estando al órgano el beneficiado Francisco Servat Aduá.
El Domingo de Ramos, la bendición de Palmas y procesión, con asistencia de la Corporación Municipal tenían lugar a las 8 y 30 minutos de la mañana en la Santa Iglesia Catedral, pero también se bendecían las Palmas tras los solemnes Oficios en los dos templos parroquiales de Nuestra Señora de África y Nuestra Señora de los Remedios.
El Lunes Santo se celebraron los Oficios en la Catedral y terminó con el triduo en honor a los titulares del Santo Entierro en el Santuario, pero no hubo procesiones. La primera de ellas tuvo lugar el Martes Santo y salió de la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, con los pasos de la Oración del Huerto y la Santísima Virgen de los Dolores que hoy veneramos como Mayor Dolor. En el acompañamiento destacaban la Centuria Romana, la banda de cornetas y tambores de los Exploradores, las secciones de penitentes con túnicas y capirotes morados y la representación de las Virtudes Teologales, más las representaciones civiles y militares, la banda de música y el piquete militar.
El Miércoles Santo hacían estación de penitencia, con salida del Santuario de Nuestra Señora de África, los pasos de la Flagelación, Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santísimo Cristo de la Expiración. El acompañamiento era similar, pero los penitentes de N.P. Jesús Nazareno cambiaban las túnicas moradas por otras blancas.
El Jueves Santo lo protagonizaban los Solemnes Oficios que no solo se celebraban en la Catedral, África y los Remedios, sino que a ellos se sumaban la Iglesia de San Francisco y la Parroquia Castrense. A las doce de la noche, salía la procesión del Silencio de la Parroquia de los Remedios, con el antiguo Crucificado de la familia de Mesa, venerado como Santísimo Cristo de la Piedad .
El Viernes Santo, a primera hora de la tarde, se pronunciaba en la Iglesia de los Remedios el Sermón de la Lanzada y más tarde, con salida de la Iglesia de África, daba principio la solemne procesión del Santo Entierro, con tres pasos: Descendimiento, Sagrada Urna y Santísima Virgen de la Soledad. El acompañamiento era similar al ya descrito, pero en esta ocasión los penitentes que abrían la procesión tras la Sección Romana iban con túnicas blancas y capirotes morados, a quienes seguía la banderola de la Hermandad –lo que hoy conocemos como el Estandarte o Bacalao-, las sibilas, guión de la Cofradía, dos grandes farolas, las Virtudes y después los pasos. Los penitentes que acompañaban al Descendimiento iban con túnicas y capirotes morados, como los de la Sagrada Urna, y con túnicas y capirotes negros los que acompañaban a la Soledad.
El Sábado Santo el Cabildo Catedralicio se trasladaba procesionalmente de la Catedral a la Parroquia del Sagrario, para bendecir la pila bautismal, como también se hacía en la Parroquia Castrense.
Los cultos de Semana Santa finalizaban en la mañana del Domingo de Ramos. Tras el rezo de Maitines y Laudes a las ocho de la mañana, el Cabildo salía por la puerta de San Cristóbal y recorría la plaza de África, con el Santísimo Sacramento bajo palio, en la procesión del Resucitado, que terminaba con su entrada en la Catedral por su puerta principal.
Obviamos aquí el detalle de los itinerarios, pero en resumidas cuentas, la procesión del Martes Santo salía de los Remedios llegando hasta la plaza de Azcárate para dar la vuelta, bajar hasta la plaza de los Reyes y luego desandar el camino hasta su templo. La del Miércoles Santo salía de África y por Jáudenes y Alcalde Victori, cruzaba el puente Almina para seguir por la Marina hasta Méndez Núñez y luego por el Revellín y Camoens hasta la Plaza de los Reyes, desde donde volvía, de nuevo por el Revellín y Puente Almina, para llegar al Santuario por el hoy paseo de las Palmeras.
El Jueves Santo la procesión que salía de los Remedios bajaba por la arteria principal de la Almina hasta el puente Almina, volviendo por la Marina, Méndez Núñez y otra vez por la calle Real hasta su templo, mientras que el Viernes Santo se repetía el itinerario del Miércoles Santo.
*José Luis Gómez Barceló· Cronista Oficial de Ceuta
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