La política de escolarización tiene unas consecuencias que van mucho más allá de la satisfacción de las familias con el centro al que quedan adscritos sus hijos.
Hace casi cuatro años, al comenzar la legislatura en curso, la Junta de Personal Docente advirtió al Ministerio de que para “superar las cifras de fracaso escolar” debía asumir como “un objetivo estratégico” el lograr “un grado racional de uniformidad del alumnado entre todos los centros sostenidos con fondos públicos”. “En la actualidad se aplica una política notoriamente desequilibrada que termina por concentrar en un grupo limitado de centros un elevadísimo porcentaje del alumnado conflictivo”, por lo que se reclamó con urgencia “una nueva política de escolarización orientada a lograr un grado racional de uniformidad entre la población escolar de todos los centros sostenidos con fondos públicos” y “criterios objetivos de distribución del alumnado con necesidades educativas especiales”.
Poco o nada, como en legislaturas anteriores, se ha avanzado en esta materia.
La Obra Social ‘la Caixa’ ha cuantificado ahora, en un informe titulado ‘Aprendizaje y ciclo vital. La desigualdad de oportunidades desde la educación preescolar hasta la edad adulta’, la ‘factura’ que paga la ciudad por ello.
Los autores del análisis han prestado atención a “la posible heterogeneidad en los efectos de la escuela entre comunidades autónomas”. Pocos datos permiten realizar un estudio conjunto en España de todas las autonomías con la excepción de los estudios PISA 2009 y 2012, en los que incluso no todas las regiones optaron por proporcionar una muestra propia.
El estudio de sus resultados revela “la importancia de los efectos de la escuela en cada Autonomía con muestra diferenciada en PISA”. Y lo que refleja es que las regiones con efectos de la escuela más fuertes son, en orden decreciente, “Ceuta y Melilla, el País Vasco, las Islas Canarias, Madrid, Andalucía, y Cataluña”.
“No es fácil encontrar una pauta común a todas estas regiones que explique su posición”, asumen los expertos, que concluyen que “la especificidad de Ceuta y Melilla será con toda seguridad el resultado de las muchas particularidades sociopolíticas de esas ciudades autónomas entre las que podría destacar la presencia de una población étnicamente muy heterogénea que empujaría a las clases medias a centros privados o concertados con mayor intensidad que en el resto del Estado, lo que crearía procesos más fuertes de segregación escolar”.
“La reducción de los efectos de la escuela brutos una vez que se controla por la composición socioeconómica del alumnado de los centros escolares” ratifica que “en Ceuta y Melilla hay una mayor segregación escolar con raíz en el origen socioeconómico del alumnado al reducirse la heterogeneidad entre centros escolares en casi el 80%”.
“En estas ciudades existen pocos centros educativos e importantes diferencias entre ellos en cuanto al perfil social de los alumnos”, subrayan. Madrid también tiene “un elevado nivel de segregación interescolar”.