El tradicional concurso de coros ha arrancado con uno de los momentos más emotivos de la noche, el reconocimiento a la trayectoria e implicación en el concurso. Esa famosa Pandereta de Oro ha hecho que tres veteranos sean los primeros protagonistas. La responsable de Festejos Rocío Salcedo ha sido la encargada de entregar el galardón a los afortunados de esta edición: Toñi Moya (coro de Juan XXIII) Julio Sánchez (coro de Bermudo Soriano) y África Mateos (coro Virgen de África).
Julio Sánchez: “Es familia, unión y el disfrutar de nuestros mayores”
A Julio Sánchez le viene de cuna su amor y pasión por las tradiciones. Prácticamente estaba aprendiendo a hablar cuando comenzó a cantar. “Fue mi madre con quien empecé esta andadura”, comenta, y sobre quien recayó uno de los agradecimientos de la noche cuando subió al escenario para recoger la Pandereta de Oro, el reconocimiento a toda una carrera de dedicación a un concurso que anuncia cada año su desaparición, pero que consigue mantenerse gracias a apasionados como Sánchez. “Yo seguiré luchando los años que pueda continuar. Hay sacrificio detrás, como en todo, pero la satisfacción y el júbilo que te genera, eso no tiene precio. Este concurso es familia, unión y una gran oportunidad para disfrutar de nuestros mayores”.
El director del actual coro de Bermudo Soriano ha mantenido una vinculación continua con el certamen. Ha pasado por todas sus categorías y ha dirigido varios de ellos. En 2015 debutó con su actual grupo, se metió al jurado en el bolsillo y se alzó con el primer premio. Después de un año de descanso regresó anoche con fuerzas renovadas y con la esperanza de repetir los mismos resultados que hace dos ediciones. Aunque, más allá de eso, está “el disfrutar y vivir intensamente estas fechas con los nuestros, ese es el ambiente que se genera tanto dentro como fuera del escenario”.
A su familia, “por encima de todo”, dedicó su Pandereta. “Por soportar todas las horas de ensayo y mis ausencias” y, por supuesto, no olvidó a los que le han acompañado desde sus inicios y continúan a su lado.
Toñi Moya: “Se lo dedico a mi impulsora y motor, mi madre”
Para Toñi Moya el coro de Juan XXIII es su familia, ha estado unida a él desde los 13 años y, después de más de tres décadas de fidelidad, continúa cantando, dirigiéndolo y, sobre todo, “viviendo el auténtico espíritu de la Navidad”. Comenzó con su maestro, Antonio Muñoz, “que después nos echó porque éramos unas rebeldes”. Pese a ello no decayeron las ganas de cantarle a esta época de Pascua, así que su madre y su tía fundaron el de adultos de la barriada, que pronto pasarían a integrar. “Comenzamos a cantar en mi casa, en un ambiente muy familiar. Siempre eran los mismos villancicos y, sobre todo, había uno muy especial a la Virgen del Carmen”, confiesa. Ha pasado por varios escenarios, del antiguo Revellín anoche se subió al actual Auditorio donde actuó con el coro infantil Juan XXIII y con el de adultos de Címalo, al que se unió el pasado año. “Lo importante es que los coros sigan, el nombre es lo de menos. Las barriadas deben estar unidas para perpetuar esta tradición”. Sin embargo, antes de esa actuación Toñi fue una de las condecoradas de esta edición. Un homenaje a la trayectoria de casi toda una vida de implicación hacia un certamen “que tantas alegrías me ha dado”. La Pandereta la recibió con agradecimiento, “porque siempre gusta que te reconozcan”, pero confiesa que no es un premio a nivel individual. “Llevará mi nombre, pero se extiende a todos aquellos que me han arropado a lo largo de todos estos años. En realidad, es para los que cantan, los que viven y comparten esta tradición conmigo”, comenta. Un reconocimiento que dedicó a su madre. “Mi impulsora, mi motor y la que consigue que cada año sea fiel a este coro y al concurso”.
África Mateos: “Me ha dado vida, alegría y mucha libertad”
Compungida y muy emocionada, África Mateos recordaba a dos compañeras, dos amigas con las que ha compartido el concurso de coros desde que en él se inició y que, por desgracia, ha perdido recientemente. Mª Carmen Bravo y Pepi Galán, a ellas les dedicó su Pandereta. “Tampoco quiero olvidar a Ana Galán, que ha sido mi madrina en esta aventura tan especial y a Ana Rodríguez, del coro de Juan Carlos I, que está pasando por unos momentos muy complicados”.
África admite que “esta Pandereta no significa nada”, para ella lo importante es el concurso, la tradición, y el gran ambiente que ha vivido a lo largo de estos 28 años. “Me ha dado vida, alegría y mucha libertad”.
África encontró una familia en la iglesia de San José, a donde acudía para llevar a sus hijos a catequesis. Allí un grupo de madres de esos niños establecieron un vínculo especial que estuvo potenciado por una de las entonces catequistas, Ana Galán, quien las implicó en la vida de la parroquia. “Nos gustaba mucho cantar y fue Ana quien nos animó para que fundásemos un coro”.
Un coro que fue el impulso para disfrutar de una de sus mayores pasiones: la música. “San José se dividió y Pedro Velasco comenzó a dirigir el de la Virgen de África y uno rociero, en el que estuve bastantes años”, explica. Muchos años ligada a la copla, sin abandonar el concurso hasta que comenzó a dirigir hace tres años el coro infantil Virgen de África. Ayer esos niños fueron los que la llenaron de “alegría, emoción y ganas para continuar por muchos años más”.
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