Los guardias civiles hemos sido privados de libertad por sanciones administrativas para vergüenza de la clase política. Una clase política acostumbrada a explotar a los guardias civiles con largas jornadas laborales, con pocas garantías de defensa de sus derechos, leyes injustas y anticonstitucionales y, sobre todo, a merced de mandos que usaban la ley disciplinaria caprichosamente, sin reparar que privaban de libertad a sus propios compañeros.
Miles de guardias civiles fueron privados de libertad en plena democracia por sanciones administrativas tan graves como las que venimos a contar. Una historia de 1998 con una democracia consolidada en el país para vergüenza de los responsables de tanto atropello de derechos y privaciones.
A las 22.00 horas del día 19 de julio de 1998, el Excmo. Sr. Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Jesús Fortes Ramos, se dirigió al Muelle de la Puntilla, acompañado de una señora. Al llegar al lugar, el guardia que prestaba servicio en dicho punto, le requirió que abriera el maletero para la inspección reglamentaria, accediendo éste al requerimiento. Seguidamente el Excmo. Sr. D. Jesús Fortes, interpela al Guardia Manuel Odero, sobre el motivo de no saludarlo con arreglo a su cargo, solicitándole el guardia su identificación, se disculpó y le saludo militarmente. Antes de seguir quiero advertir a los lectores, que el guardia Odero era natural de Cádiz y llevaba en nuestra ciudad cuatro días (4 DÍAS).
Cuando esto ocurría se encontraba esperando para acceder al recinto portuario el sargento 1º Jose Fernando del Campo, jefe de servicio, quien al tratarse de un coche particular y estar su conductor en la parte trasera del vehículo con el maletero abierto, no se percató de que era el presidente de la Ciudad, fue entonces cuando éste se dirigió al sargento y se quejó de la situación que padecía, a lo que este le respondió que el guardia llevaba cuatro días en Ceuta, despidiéndose con el saludo de cortesía reglamentario.
Minutos después el Excmo. Sr. Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Jesús Fortes Ramos, llamó telefónicamente al teniente coronel D. Julio Quilez Guillen, quien abrió expediente disciplinario y sancionó a ambos guardias civiles, con DOS DÍAS DE ARRESTO DOMICILIARIO, como autores de una falta leve de “La negligencia en el cumplimiento de sus obligaciones profesionales”, según lo previsto en el artículo 7.2 de la Ley del Régimen Disciplinario de la Guardia Civil.
Como ustedes saben la ley disciplinaria llevaba consigo el cumplimiento inmediato de la sanción y, por lo tanto, el compañero Fernando José y Manuel Odero, fueron privados de libertad durante dos días. Los lectores no pueden imaginar la indignación, humillación y desasosiego que sentíamos los guardias civiles y sus familias cuando se veían privados de libertad tan injustamente y, sobre todo, la impotencia que producía tanta injusticia en plena democracia.
Los afectados recurrieron la sanción y el 29 de septiembre de 1998, el General de División, Subdirector General de Operaciones de la Guardia Civil, D. Pascual Navarro Cano, daba la razón a ambos guardias civiles, manifestando en su exposición de motivos que se vino a “REPRIMIR, DE FORMA UN TANTO APRESURADA”; pero la vulneración de sus derechos constitucionales, la privación de libertad ya se había producido; la injusticia de no poder salir, llevar a tus hijos al colegio o pasear con ellos era irreparable. Perdieron su libertad durante dos días en un país donde los condenados a dos años no se ven privados de libertad ni uno solo.
Únicamente apuntillar que ambos guardias civiles en su larga trayectoria profesional jamás habían sido sancionados.
Por aquellos días se arrojaron en Ceuta miles de octavillas denunciando la injusticia en la que aparecía el entonces Excmo. Sr. Presidente en un gran sillón presidencial en forma algo chulesca. También recuerdo que esta tirada de miles de octavillas fueron atribuidas al Sindicato Clandestino de la Guardia Civil (SUGC), una banda de bandidos y maleantes -según palabras textuales del capitán de la compañía- a quienes no se puede detener y expulsar por falta de pruebas, aunque conocemos perfectamente su identidad y a sus cabecillas.
Hace sólo trece años ocurrieron estos vergonzosos hechos. Nadie se disculpo ante nuestros compañeros que sufrieron la tiranía de una leyes injustas y la ira de los que les cuesta aceptar que la democracia no es sólo un sistema donde las personas ejercen su derecho a voto, sino un sistema de respeto e igualdad, en el que debemos creer y comprometernos para cambiar y mejorar las leyes injustas que convierten a los ciudadanos en lacayos.
Hoy, el subteniente José Fernando Campo Gas, sigue prestando servicio en nuestra ciudad, con la dignidad, profesionalidad y la honradez que siempre lo ha caracterizado y por lo que se caracteriza la Guardia Civil y sus componentes.