El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, reconoció ayer que el escenario creado por la protesta del colectivo sirio en la Plaza de los Reyes, que rebasa ya los 40 días, es “preocupante para todos”
y aprovechó para advertir a los protagonistas de la misma de que “si la intención que tienen es utilizar la acampada como instrumento de presión, se están equivocando”. Yerran, a su juicio, porque la presencia continua del grupo en ese céntrico emplazamiento “no va a alterar el cauce del procedimiento establecido para atender su situación por parte de la Administración competente”, en referencia a la Delegación del Gobierno. “Por el bien de todos, la acampada debería levantarse”, reiteró.
Además de la vertiente humanitaria, el asentamiento vulnera la normativa municipal, en especial la que prohibe la ocupación de espacios públicos sin autorización. A esa circunstancia se refirió Vivas, subrayando que “esta Administración [la Ciudad] tiene la obligación de hacer que se cumplan las ordenanzas municipales”, de ahí que exista un expediente abierto que en parte determinará el futuro de la protesta. El “perjuicio gratuito”, añadió, es también para los ciudadanos, que se están viendo privados “de utilizar la Plaza de los Reyes para lo que está concebida, que es el esparcimiento y el ocio”.
Al margen de la batalla legal, la Ciudad insiste en que mantiene su oferta de prestación de servicios al colectivo, aunque de momento sin éxito. Vivas recordó ayer, antes de participar en la Romería de San Antonio, que el Servicio de Menores ha propuesto durante este último mes al grupo alojar en pensiones a las mujeres con hijos lactantes, o en los centros de La Esperanza y Mediterráneo en los casos de los no lactantes. En las negociaciones se puso también sobre la mesa el traslado a alojamientos alternativos, pero la respuesta en todos los casos fue negativa. “Por tanto, deduzco, se está utilizando la acampada como mecanismo de presión de manera equivocada”, reiteró el presidente.
En sintonía con Becerril
Vivas calilficó como “muy constructiva y positiva” la entrevista mantenida el jueves con la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, con quien reconoció compartir la visión de que “la frontera de Ceuta es también de España y Europa”, de ahí que “los problemas que de ella se deriven y la gestión de sus asuntos y fenómenos deben motivar la impliación del resto del país y de la UE”. Sobre la petición de la exalcaldesa de Sevilla de mejorar los trámites vinculados a las concesiones de asilo, aclaró que no trató con él la cuestión, pero dio por hecho que “será muy tenido en cuenta por el Gobierno” central, que consideró “un defensor inequívoco de los derechos humanos” y al que “nadie está en condiciones de dar lecciones en la UE”.
El caso, en manos del Juzgado de lo Contencioso
Cuarenta días después de que el colectivo sirio instalase sus tiendas de campaña en la Plaza de los Reyes, la solución para su desalojo ha quedado atrapada en un auténtico laberinto burocrático. La Delegación del Gobierno interpreta que debe ser la Ciudad la que dé con la tecla adecuada al levantarse el campamento sobre suelo municipal, mientras que ésta replica que quienes lo ocupan solicitan asilo, por lo que se trata más de un problema de Extranjería aunque se estén vulnerando ordenanzas municipales. Parte de la clave la aportará el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo, que ya maneja los informes oficiales para determinar si la acampada tiene consideración de “alojamiento” estable, lo que podría justificar la intervención policial y desalojo si así se decidiera.
Garrigues Walker, presidente de honor de Acnur en España, alerta de los retrasos en la concesión de asilo
El presidente de honor de Acnur en España y presidente también de uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de España, Antonio Garrigues Walker, alertaba el martes, desde las páginas de ABC, de que en Ceuta y Melilla se está dando la paradoja de que los retrasos acumulados en la concesión de asilo y protección internacional relega a quienes tienen derecho a acogerse a ese estatus a “preferir ser inmigrante antes que refugiado”. “No lo solicitan [el asilo] porque la falta de equipos humanos competentes y de los medios materiales mínimos para tramitar estas peticiones impide hacerlo con la eficacia y la urgencia que la situación requiere”, considera Garrigues. En su análisis, recuerda que casi el 70 por ciento de los residentes del CETI son “personas provenientes de países en situaciones de conflicto bélico, como Siria, Mali, el Congo y Somalia. Es decir, no se trata de inmigrantes por razones económicas, sino de ciudadanos que tendrían, en la gran mayoría de los casos, la condición de refugiados y el derecho a solicitar asilo”. No lo hacen, insiste, porque las trabas administrativas que encuentran a su paso les hacen desconfiar y prefieren esperar en ambas ciudades norteafricanas su turno de dar el salto a la Península cuando así lo considere la Administración. Por último, lanza una advertencia: “No podemos permitir que la situación en Ceuta y Melilla acabe dañando nuestra imagen. No sería justo. Tenemos que comprometer, desde ya, a las instituciones comunitarias competentes y a las nacionales en la definición de un plan estratégico de respuesta, que tendrá que incluir la concesión de los fondos europeos necesarios”.
“Jamás sabréis lo que es la guerra hasta que no la veáis...”
“Nosotros no pedimos dinero, ni casas, ni trabajo, sólo pedimos nuestra libertad y salir de Ceuta. Los sirios nos fuimos de nuestro país para conseguir nuestra libertad, y por ese motivo nos manifestamos, para conseguir nuestro único propósito, nuestra esperada libertad”. Quien habla es Ali, uno de los integrantes de la acampada en la Plaza de los Reyes que supera ya los 40 días. Como el resto del grupo, insiste en que solo reclaman el paso al otro lado del Estrecho, sin más.
“El colectivo sirio era gente con casa, dinero, trabajo, estudios, como cualquier otra persona o cualquier español. Cuando estalló la guerra salimos de Siria para tener un mejor futuro para ellos, para sus hijos y para sus familias”, recuerda. Y añade: “Habláis de la guerra como si supierais lo que es, pero jamás lo sabréis hasta que lo veáis con vuestros propios ojos. Los sirios hicieron una guerra en Siria por su libertad, de igual forma la harán en cualquier parte del mundo por conseguirla”. Tras el comentario, puntualiza rápidamente que “no es una amenaza, y la guerra de la que hablamos no es con armas, pero sí con voz y manifestación”.
Mientras tanto, el colectivo sigue sumando días a su protesta. En total, son ya casi 80 las personas que dan forma a la protesta, todos bajo la idéntica consigna de resistir allí el tiempo que haga falta.