El juicio seguido en la Audiencia Nacional contra los nueve ceutíes detenidos en la operación Duna y acusados de pertenecer a un grupo radical con pretensiones de actuar en Ceuta y Melilla quedó ayer visto para sentencia. Han sido siete sesiones judiciales en las que han comparecido peritos, policías de Ceuta y Madrid, los propios acusados y varios testigos. Quien ha faltado ha sido la clave de toda esta historia: el imán de la mezquita del Príncipe que supuestamente fue echado del templo por los acusados porque quería controlarla para sus reuniones. Hasta en tres ocasiones se ha intentado su localización. De hecho la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta ha estado preparada para que el imán se sentara y a través de videoconferencia respondiera a las preguntas de las partes. No ha sido así, con lo que el Fiscal perdió su gran baza en esta historia. La jueza permitió que se leyeran las declaraciones del informe hecho en su día en el que se indicaba que los acusados se reunían en esa mezquita constituyendo un supuesto grupo de radicales encabezados por dos de los imputados.
Para cerrar ya la ristra de sesiones celebradas se dio paso a la lectura de las conclusiones. El Ministerio Fiscal ha mantenido sus peticiones de entre 8 y 11 años de prisión para los acusados, sumando además el agravante de disfraz para la acusación de robo con violencia hecha para uno de los acusados, Mustafa Abderrahaman. Mantiene el Fiscal que hay indicios suficientes como para concluir que se estaba ante un grupo en fase de adoctrinamiento y preparado para la acción, algo que no se llevó a cabo por la intervención policial.
Las defensas por su parte pidieron la absolución al considerar que no hay pruebas suficientes como para enervar la presunción de inocencia. Mantienen que los vídeos radicales hallados pueden descargarse de cualquier canal telemático público y que los testigos no han ratificado las acusaciones originarias o, sencillamente, ni han aparecido. Asimismo han indicado cómo la propia Policía ha dado distintas versiones dejando en evidencia una investigación deficitaria, sin que existieran seguimientos concretos a los imputados. Por cierto que en las últimas palabras manifestadas por los acusados estos reiteraron su inocencia y uno de ellos acusó al imán de ser el origen de todo.