‘La mujer sin nombre: La señora de Macbeth’, un texto de William Shakespeare, llegará este viernes a Ceuta, a las 21.00 horas, a las tablas del Teatro Auditorio del Revellín. La versión de la que podrán disfrutar los ceutíes es una adaptación libre y genuina realizada por José Carlos Plaza, de la que nos ofrece más detalles en esta entrevista.
¿Qué va a encontrar el público sobre el escenario?
Va a encontrar una obra titulada ‘La mujer sin nombre, la señora de Macbeth’, que tiene un sentido de que Lady Macbeth no tiene nombre en la obra de Shakespeare. Es una síntesis de la obra de Shakespeare, todo el texto que se va a oír es texto shakesperiano, pero es una recondución para intentar hablar sobre la corrupción del poder. La corrupción de la justicia, la corrupción de los políticos, la corrupción de la gente económica. Y parece mentira que, con todo lo que está pasando hoy en España, parece que esa obra que se ha escrito hace 500 años la han escrito esta mañana.
Entonces, ¿diría que la sociedad no ha cambiado?
Yo intento pensar que sí. La obra habla de una esperanza, de que en medio de esa tragedia de maldad y del daño y del dolor, hay una luz de que haya alguien que es capaz de escribir sobre eso. Hay alguien que es capaz de tener tanta lucidez como el señor William Shakespeare que habla sobre ello. Y además, yo creo que ese disfrute y el goce del teatro nos salva de esta podredumbre en que la derecha está metida en este país.
"Sigo pensando que el teatro es una entrega, es un arma para poder llegar al alma del espectador”
¿Qué le llevó a trabajar con este texto de Shakespeare?
Yo he trabajado muchos, como Hamlet, el Mercader de Venecia, Noches de Reyes, y luego monté una ópera con texto de Shakespeare y música de Verdi. Fue la primera ópera que monté.
¿Quiénes son los actores que estarán mañana sobre el escenario?
Estarán Israel Frías y Olga Rodríguez, que son dos actores que son prácticamente mi familia, con los que nos entendemos. Creo que su talento es igual a su entrega diaria a un trabajo durísimo de una perfección vocal, de la capacidad de expresar un texto hermosísimo, pero muy difícil y muy poético. Y lo que debe ser un actor, que es la capacidad de entrega sobre el escenario con una enorme sinceridad y una enorme técnica, que muchas veces se olvida, pero un actor no solamente es pasión y voluntad y llorar y emocionarse, sino una técnica para realizar exactamente lo que se quiere al espectador.
"El teatro está en bueno momento porque el espectador necesita ver el contacto humano del actor”
¿Qué acogida ha tenido esta obra por parte del público?
Hemos tenido dos experiencias de momento muy buenas. La gente sigue muy bien la obra, ten en cuenta que es muy visual, porque hay mucha acción, hay mucho sexo, tiene un humor muy irónico, hay mucha movilidad, hay mucha violencia,... Entonces, la parte que podríamos decir más hermosa, poética, está empujada o arrollada por un espectáculo muy dinámico. La acogida muy muy buena.
¿Cómo fueron sus inicios como director?
Tengo 81 años y yo empecé en el teatro con 16 años y he seguido, he trabajado muchísimo y me he formado todo lo que he podido. Sigo pensando que el teatro es una entrega, es un arma para poder llegar al alma del espectador; es una comunicación entre el texto, el actor y el público; un acto de amor, un acto profundo. Ahí he dedicado mi vida y aquí estoy todavía.
"La obra muy visual, porque hay mucha acción, hay mucho sexo y tiene un humor muy irónico”
¿Ha cambiado mucho el teatro en estas décadas?
Yo he vivido en dos etapas. Empecé con un teatro muy falso, pero tuve la suerte de encontrarme con una escuela que era ‘William Leighton’ y a través de ella intenté formarme de otra manera en el teatro. Pertenecía a un grupo político muy fuerte que era lo que se llamaba el teatro independiente e hicimos una lucha profunda contra Franco. Hoy en día me doy cuenta de que no valió mucho la pena porque siguen todavía las mismas sucias artimañas que la derecha impacta en este país. Luego he visto cómo ha ido la forma y la técnica mejorando el teatro y hoy en día yo creo que el teatro goza de una salud exquisita.
Entonces, ¿no está de acuerdo con los que dicen que no pasa por buen momento?
No, yo creo que en este momento el teatro está en uno de los mejores momentos porque el espectador necesita ver el contacto humano del actor y yo creo que todo el mundo de la televisión, de las pantallas, están acercando mucho a la gente en el teatro. Luego, económicamente, la vida del actor, del productor o de la gente en el teatro es muy complicada, pero yo noto que el público cada vez va más al teatro y de una forma más apasionada.
"Pertenecía a lo que se llamaba el teatro independiente e hicimos una lucha contra Franco”
Ha dirigido muchas obras, ¿alguna ha sido más especial?
Más cariño, más cariño, es ‘Divinas Palabras’ de Valle Inclán, que para mí fue un punto y aparte. Y luego, por supuesto, la que cambió mi carrera fue ‘Las bicicletas son para el verano’, de Don Fernando Fernández Gómez.
¿Está inmerso en otros proyectos? ¿Podremos verle dirigiendo otra obra?
No, no, no. De momento estoy planeando mi retiro.
Si quiere invitar al público a la función de mañana.
Mi mensaje sería que vayan al teatro siempre. El teatro es un bálsamo, es un placebo. El teatro transforma al individuo y en estos momentos le saca de tanta corrupción y tanta mentira y tanta falta de pudor.