El recital de Antonio Lizana y su banda deleitó al público que acudió al Teatro: hubo sintonía y una espléndida mezcla de estilos
Por un momento, sumergido en el ambiente mágico del sonido, el espectador que acudió anoche al Teatro Auditorio del Revellín con motivo de la segunda jornada de la edición número 21 del Festival de Jazz Ceuta, a buen seguro que tuvo una duda más que razonable, una impresión borrosa: ¿estaba en una taberna de ‘Cai’ o en un tugurio de Nueva Orleans?
Con un pie en la América negra, o sea en el África, y otro en el Sur ‘andalú’, Antonio Lizana, saxofonista y cantaor gaditano, completó un recital original, cuidado, bonito, con ‘quejío’. Su voz flamenca y su saxo de jazz crecieron aún más entre el calor de ‘su’ gente, una banda que sonó espléndida: David León (batería), Marcos Salcines (piano), Tana Santana (bajo), Epi Pacheco (percusión), Adriano Lozano (guitarra flamenca) y Mawi de Cádiz (baile y coros).
Lizana presentó anoche su último disco, ‘Quimeras del mar’, e interpretó igualmente piezas del trabajo inicial, del que dijo: “Los grandes éxitos”. Esta frase, lejos de parecer un atrevimiento, pues probablemente el grueso de la población no domine el arte de Lizana, es, en realidad, una declaración del todo acertada, ¿pues acaso crear arte no es todo un éxito?
Entre el repertorio, variado e intenso, destacaron ‘Razón de ser’, un tanguillo de Cádiz; ‘Tú déjalo estar’; la bulería ‘Déjate sentir’; o ‘La puerta de la luna’, un tema que mostró al Lizana más surrealista y onírico.
La noche derivó al fin en una ceremonia de estilos de músicas y duendes. Todo ello ante un público que, nuevamente, se congratuló de que el festival de jazz de Ceuta, con artistas como Lizana, sea un oasis en el desierto musical y cultural de toda una ciudad.