Han pasado cuatro meses desde que te fuiste, y aún me cuesta creerlo. Cuatro meses en los que no ha habido un solo día sin pensarte, sin buscarte al despertar, como si en cualquier momento tus pasitos volvieran a sonar por la casa. Qué ganas tengo de tenerte, aunque sea un ratito más… de abrazarte, de llenarte de besos, de sentir tu compañía una vez más.
Te adopté siendo apenas un cachorrito, y desde entonces llenaste mi vida de amor, ternura y alegría. Fuiste mi compañero fiel, mi refugio en los días grises, mi negrito gruñón con el corazón más grande que he conocido.
Sé que tu cuerpo ya no podía más, que la artrosis y el dolor te estaban apagando lentamente, y por eso, con el alma hecha pedazos, tomé la decisión más difícil de todas: dejarte descansar, evitarte más sufrimiento. Lo hice por amor, aunque mi corazón se rompió en mil pedazos.
Lo que más me duele es cómo fue la despedida… aquella mesa fría, esa sensación de que no fue como merecías. Tú, que merecías flores, sol, calor y paz. Pero quiero creer que, en ese momento tan duro, sentiste cuánto te amaba, que sabías que estaba allí contigo, hasta el final.
Tu ausencia duele cada día… Echo de menos tu presencia, tus ojos, tu forma de mirarme y de protegerme. Te prometo que le hablaré de ti a Izan, que sabrá lo especial que fuiste, lo noble y bueno que eras. Ojalá hubieras podido conocerlo… sé que lo habrías cuidado como hiciste siempre conmigo.
Allí donde estés, corre libre, haz muchos amigos, juega sin dolor… y desde ese lugar tan especial que llaman el Puente del Arcoíris, cuídanos. Sé nuestro ángel, nuestro guardián. Porque lo fuiste en vida, y sé que lo seguirás siendo siempre.
Y no quiero dejar de decir algo que me duele profundamente: en la Ciudad de Ceuta no existe un cementerio ni un crematorio donde poder dar una despedida digna a nuestras mascotas.
Fue devastador no poder ofrecerte el adiós que merecías. Por eso, con todo mi corazón, espero que tu muerte no haya sido en vano, y que sirva para concienciar a quienes pueden cambiar esto.
Nuestras mascotas merecen un lugar donde descansar en paz, con el respeto y el amor que nos dieron toda su vida.
No existirá jamás un mejor amigo que tú, Jazz. Gracias por todo lo que me diste, por tanto amor, por tu lealtad incondicional. Algún día volveremos a encontrarnos, y ese día será el más feliz de todos.
Hasta entonces, te llevo en el alma.
Con todo mi amor,
Tu humana que te adora.
Con todos mis respetos. Esto es absurdo.