Más de 2,8 millones de mujeres han sido víctimas de violencia sexual de forma reciente. Las cifras hablan por sí solas y plasman una lacra social a combatir. Al otro lado de los programas de prevención, están las estrategias para, una vez sufrido el acto, recortar sus efectos. Las dimensiones de sus consecuencias han salido a la luz este miércoles en Ceuta durante ponencia de Ruth García, directora del Instituto de Medicina Legal.
La experta se ha centrado en dos pilares fundamentales en la conferencia. El primero, los aspectos y detalles de las repercusiones que se generan en las mujeres objeto de las agresiones y, el segundo, la importancia de las acciones por parte de la sociedad.
Antes de identificar cada caso es esencial saber bien cuál es la definición de violencia sexual. Tener claro este concepto permite ver las diferentes situaciones en las que, a pesar de las distinciones, existe de base ese mal.
Numerosos casos
El término no solo abarca violaciones. Alberga los delitos de acoso callejero y sexual, agresiones, pornovenganza, mutilación, sextorsión, explotación sexual, matrimonio forzado, el grooming y el acecho o stalking.
“Estamos acostumbrados a que se asocie al asalto, pero no es lo más frecuente. Muchas veces lo común son las acciones crónicas y continuadas”, ha explicado. Un terreno en que es regular este patrón es en las relaciones de pareja en las que existe un sometimiento.
García ha destacado en este sentido que, con los años, se ha profundizado en este ámbito y se tienen en cuenta circunstancias que antes no se planteaban. Era común que todo quedara en el asalto y en el ataque, pero no se tomaran en cuenta los matices y escenarios que encierra esta clase de violencia.

Factores
“Es todo acto sexual, ya sean comentarios o insinuaciones no deseadas”, ha especificado. “Ya en 2013 se hablaba de consentimiento”, ha comentado. Sin embargo, actualmente se consideran más matices. Un ejemplo es el hecho de que, estar bajo los efectos del alcohol o estar dormida no lo dan.
No solo es relevante saber bien los hechos que encierra. Es fundamental reconocer cuáles son las realidades que hacen que una mujer sea más susceptible de sufrirla. El impacto tras vivir el suceso es mayor o menor según el tipo de violencia ejercida y la clase de agresor que la ha cometido, las características de la víctima y la respuesta asistencial, así como la judicial.
Las primeras escapan más al control de la persona. Sin embargo, sobre la tercera se puede trabajar para transformarla en una alidada que permita mitigar afecciones en el futuro. Tener una red fuerte, bien informada y organizada facilita que la víctima tenga un colchón sobre el que amortiguar la caída.
Incidencia
El ataque contra una mujer provoca más o menos influencia en función de su naturaleza. El que más daño produce es el que se lleva a cabo con una violencia extrema. Los realizados por desconocidos, sobre todo, generan temor a acciones cotidianas o hacia la calle.
“Tuve un caso de una mujer de unos 45 años que fue a sacar a su perro. Era una zona sin bares, residencial y tranquila. La agarraron del cuello y la violaron. Que alguien te asalte en una circunstancia así deriva en un rechazo a salir. Es un trauma inmediato”, ha profundizado.
“Las agresiones en grupo no son tan frecuentes, pero muchas veces ocurren en el grupo de iguales”, ha mencionado. Es común que tengan lugar entre jóvenes. “Suelen ser los mejores amigos”, ha detallado.
Las perpetuadas en el tiempo están estrechamente vinculadas con relaciones familiares, pero, también, con lazos románticos. “Están muy normalizadas en las parejas. De hecho, son las que impiden salir de la situación”, ha anunciado.
La víctima
Existen rasgos que hacen que sea más vulnerable ante esta realidad. Los embarazos son uno de ellos. Si se dan muchas gestaciones es preciso preguntar como personal sanitario si es deseado y buscado. Puede que no responda a su proyecto de vida y sí sea un resultado de violaciones sufridas.
La discapacidad, el sinhogarismo, la prostitución, tener una adicción, ser de la tercera edad o padecer VIH también deben ser situaciones a considerar. Preguntar es fundamental, según ha comentado García.
“Las víctimas quieren hablar si lo haces. La justicia es un sistema paliativo que entra en acción cuando ya ha pasado todo. Sin embargo, al asistencial, la gente acude. Un ejemplo es ir al médico. Es por ello por lo que es obligatorio sacarles conversación sobre ello”.

El hecho de que en la lista se incluyan espacios como pueblos pequeños es porque, en estos casos, a veces es complicado que la víctima acceda a una red de recursos. García lo ilustra con un caso. Si una mujer trabaja en el campo y va de un lugar a otro por temporadas, es complicado que cuente con un equipo fijo al que acogerse.
La dependencia a sustancias también es determinante ya que, muchas de las afectadas, la desarrollan a raíz de entornos abusivos. A eso hay que añadir el estigma que se dibuja en torno a estos perfiles con la consiguiente vergüenza.
Consecuencias
Los efectos son numerosos y se reflejan tanto a nivel físico como psíquico y social. Están los que se dan a largo plazo y los que afloran al poco de sufrir el acto de violencia sexual.
El más habitual cuando pasa el tiempo es el estrés postraumático, que puede llegar a ser complejo cuando las acciones vivenciadas son reiteradas. Las que se dan de forma más inmediata, en un periodo de horas a tres meses, son el shock y la falta de reacción ya que, la mujer trata de asumir y procesar lo que ha pasado.
Las de mayor calado son las mortales. No comprenden solo el feminicidio. Incluyen las ideas suicidas, lo que requiere de un tratamiento y una derivación al área de Salud Mental. Este supuesto se da, sobre todo, en jóvenes. Los embarazos de riesgo, al no ser controlados, también aumentan las posibilidades de morir, así como la infección por papiloma o las adicciones.
A nivel físico se dan lesiones, pero no son las que mayor peso deben tener sobre el papel. “Antes se tenían muy en cuenta. Eran determinantes”, ha detallado. Ahora, en los informes, se intenta plasmar que no necesariamente debe producirse para que realmente se haya dado el hecho. Este grupo también alberga las repercusiones psicosomáticas.
Salud reproductiva y mental
Afecta a la salud reproductiva. Las personas que han sido sometidas a violencia sexual pueden desarrollar dificultades para mantener relaciones íntimas y un rechazo a ellas. Es esencial en este sentido dejar constancia en los documentos oficiales de que puede llegar a desarrollar esta consecuencia en el tiempo.
Se pueden producir abortos de repetición, perjuicios como el aislamiento, el absentismo o el abandono de prácticas o hábitos. El contexto también puede ser una fuente de daños. El distanciamiento de personas del círculo tras denunciar o la sobreprotección de allegados también lo son.
A nivel psicológico puede desembocar en un trastorno adaptativo, en fatiga, estrés postraumático, distorsión de la realidad, disociación, anorexia, consumo de tóxicos, disfunciones sexuales, depresión o dificultares para vincularse.
Es imprescindible que los servicios y los medios asistenciales actúen lo antes posible para evitar que el impacto se agrave y se lleguen a desarrollar casos agudos.

Instituto de Medicina legal
García ha destacado que es relevante que los Institutos de Medicina legal se unan a esta sensibilización y abordaje de la violencia sexual. Es por ello por lo que dentro de los mismos se ha dado un cambio y por lo que se establecen protocolos, que son elaborados por el Consejo médico forense.
Ha reconocido que en cada entidad se está en un punto u otro, pero que todas están en camino hacia la mejora. Ha subrayado que un aspecto relevante es efectuar intervenciones coordinadas con todos los agentes sociales involucrados ya que permite ver qué funciona y qué no.
Una de las claves fundamentales como profesional dentro de este centro es reconocer el daño de la víctima. “Es cierto que asesoramos a jueces y a fiscales, pero también trabajamos para la ciudadanía. Se generan por ello códigos éticos ya que abordamos cuestiones traumáticas”, ha manifestado.
Tiempo
Los médicos forenses también deben tener en cuenta el paso del tiempo a la hora de hacer su labor. Si se ha producido el suceso en menos de diez días, la víctima se deriva al centro de salud. Si ha sido en un periodo anterior, lo idóneo es proceder a un parte de lesiones.
No es necesario que la afectada denuncie para proceder a esta actuación. Sin embargo, ello no se traduce a que no se deba tener en cuenta sus decisiones. Es preciso trasladarle cómo es el procedimiento, todo lo que se va a hacer y contar con su consentimiento. Si decide no seguir en un momento dado, también debe ser respetado.
La directora y doctora también ha hecho hincapié en que es necesario considerar que, en este trayecto, es difícil conocer toda la dimensión de los hechos a través de la mujer. Normalmente conoce solo un fragmento ya que, a la hora de narrar lo ocurrido, influye cómo funciona la mente. De ahí que haya comentarios que se interpreten como falsas contradicciones.






