Cinco meses después de la entrada de miles de marroquíes en Ceuta, después del chantaje en toda regla dispuesto por el reino de Marruecos, el Ministerio de Interior sigue sin incluir las cifras correspondientes a lo ocurrido en aquellas dos jornadas en las que no hubo fronteras ni reglas. La cartera que dirige Fernando Grande-Marlaska deja de lado, en el balance de inmigración con datos globales desde enero a octubre, lo ocurrido en ese periodo. Y no es porque no tenga las cifras, al menos las aproximadas, sino porque se prefiere mantener sin reconocimiento oficial lo sucedido.
Extraoficialmente se cifró en algo más de doce mil los accesos a Ceuta, la amplia mayoría de marroquíes. En esa auténtica locura de cifras y datos, hubo un momento en el que Delegación del Gobierno dejó de informar y todo lo que se dijo formó parte de las valoraciones de unos y de otros, pero nunca se quiso dar un resumen global de aquellos días que vinieron a provocar un antes y un después no solo en la relación con Marruecos sino también en la manera en que Europa iba a mirar sus trincheras que ejercían el papel de frontera sur.
Interior no tiene problemas en reconocer el aumento de hasta casi un 32% de las entradas de inmigrantes por vía marítima, 596 en este año y 453 en el pasado. No diferencia qué tanto por ciento de lo que se cuenta como entrada en el fondo es rescate de magrebíes que han querido salir de Ceuta, no ingresos de personas que acababan de salir de las costas vecinas.
En cuanto al número de embarcaciones intervenidas, aumentan en casi un catorce por ciento.
Hoy siguen pernoctando unos dos mil marroquíes adultos
Lo que no puede evitar Interior es el reconocimiento, otra vez más, de la crisis de los espigones. Algo que queda reflejado en el incremento de casi un 285% de las entradas por tierra, es decir, 435 más de un año a otro. No es la valla, es el bordeo del espigón lo que ha afectado a esta estadística ya que se incluye en ese grueso de acceso por tierra cualquier cruce que se lleva a cabo por los espigones. Entre enero y octubre de este año fueron 588 las que entraron, mientras que en el mismo periodo de 2020 fueron poco más de cien.
No hay explicación, porque no se da, sobre el motivo que lleva al Ministerio a adoptar esta actitud, a seguir sin facilitar a los medios de comunicación lo que supuso en realidad esa doble jornada de entradas sin cese alguno. Es la gran sombra, el punto negro sobre una gestión que choca con la política de transparencia que ha querido promover el Gobierno publicando este tipo de balances que nacen cojos.
El cómputo global de datos en materia de inmigración en Ceuta es falso, ya que evita referirse al que sin duda es el episodio más relevante en cuanto a burla de fronteras. El hecho de no incluir lo ocurrido esas dos jornadas de manera intensa supone mantener una ocultación, una política oscurantista sobre el trabajo en fronteras y sobre la repercusión que tuvo la mayor quiebra de relaciones habida entre España y Marruecos, retomada a paso lento y sin que todavía haya alcanzado el grado pleno que supondría la reapertura de fronteras y la recuperación de las relaciones diplomáticas a nivel de consulados y embajadores.
Las ofrecidas son falsas al no recoger lo ocurrido el pasado mayo
Hoy en Ceuta siguen pernoctando unas dos mil personas, aunque la mayoría está acogida en las naves del Tarajal. Son los que no quisieron retornar de manera voluntaria a su país y confían en obtener el asilo para marchar a la Península o alcanzar ese mismo destino pero de manera irregular, es decir, partiendo desde las costas de Ceuta en alguna de las expediciones que se organizan bien movidas por pequeñas redes o de forma individual.
La Ciudad Autónoma tuvo que hacerse con varias naves en el polígono fronterizo para dar acogida y retirar la mayor parte de los asentamientos que llegaron a dispersarse por diferentes puntos de la ciudad así como en barriadas que quedaron completamente alteradas con el nacimiento de auténticos poblados hechos a base de chabolas.
La consecuencia de los menores: de los más de mil, cientos regresaron sin un control debido
A la Ciudad Autónoma le tocó asumir la protección de los cientos de menores que cruzaron a Ceuta, en su amplia mayoría engañados. Una buena parte de esos niños, más de mil, regresó por su cuenta días después de una entrada alocada y sin control a la que le siguió otra salida igual de imperfecta. Cientos de menores volvieron a Marruecos solos, incumpliéndose la normativa que obliga a identificar a ese niño y protegerlo. Pero nadie dijo nada entonces ni tampoco lo ha dicho ahora. Se supo de la vuelta pero nadie se ha preguntado cómo cientos de menores pudieron regresar a Marruecos sin compañía de adulto cruzando el Tarajal.
En Ceuta quedaron casi mil. Unos 200 de ellos, sin alcanzar por poco la mayoría de edad, y un número similar que acude a los institutos de la ciudad para recibir sus clases de integración, aplicándose lo que dice la ley, que tienen que disponer de una educación.
A ese grueso se sumó una veintena de menores de doce años que cumple con su curso escolar integrado junto al resto de niños.
Ceuta mantiene a medio millar de menores en los centros de Piniers y de La Esperanza, cumpliendo con los criterios de atención mientras que hay una bolsa variable de otros menores que siguen por la zona portuaria, ya que de ser trasladados a los recursos de acogida vuelven a escaparse.Mientras se resuelven los expedientes para trasladar a esos niños de regreso con sus padres
cumpliéndose la normativa en materia de extranjería, los recursos de la Ciudad se han tenido que extender al máximo para garantizar que el tiempo que permanezcan a este lado de la frontera dispongan de los recursos que por ley se deben ofrecer a los menores
de edad.
En su día el rey Mohamed VI dijo que asumiría el regreso de todos sus menores. Hubo un intento de repatriación masivo que quedó en 55 traslados y que fue parado por la propia Ciudad después de que se denunciara en el juzgado, por parte de varias oenegés, una devolución concreto de un puñado de ellos.
Se avecina especial de Cuarto Milenio. Entran en Ceuta más de 12.000 fantasmas que el Ministerio del Interior y la Delegación del Gobierno no son capaces de encontrar. Solo se ven por la calle camisetas, bañadores y chanclas que se mueven solos, no pudiendo constatar su procedencia. De igual forma se les debe dar paguita y nacionalidad a todos y cada uno de ellos.
Estos falsean todo lo que tocan. Mienten hasta cuando dicen la verdad. ¡Qué pena!