Las inmediaciones
del Muelle de España son desde hace tres meses el lugar habitual donde Mohamed (nombre ficticio pues no quiere revelar su identidad) pasa sus días y sus noches. Mohamed es el marroquí de 17 años -aunque Ingesa dijo que tenía 19, esta es su auténtica edad- que se encontraba este pasado domingo por la tarde pescando
junto a otros Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), que ahora son su familia y le salvaron la vida. Llegó a Ceuta hace nueve meses con un objetivo claro: el Estrecho. Cruzar a la Península y buscarse la vida para ayudar a su madre en Marruecos, por ese motivo vino a nuestra ciudad. “En Marruecos no hay trabajo y solo quiero ir fuera para dar de comer a mi familia”, confesó. Es menor de edad sí, pero la vida no le ha tratado bien y está convencido: ni se plantea volver a Marruecos. En los primeros seis meses estuvo
en el centro de ‘La Esperanza’, donde le daban su medicación. Mohamed es epiléptico e incluso allí sus amigos cuentan que ya tenía crisis a veces. En principio eran solo cuatro, pero poco a poco van acercándose hasta otros 13 menores más para apoyarle en su relato: todos ellos menores, aunque, en un alarde de adultez, con cigarro y cerveza que se van pasando de mano en mano. Quieren marchar a la Península en busca de una vida mejor para ellos y para sus familias en Marruecos. Sus amigos fueron quienes no lo pensaron y nada más ver a Mohamed en el agua, se tiraron a ayudarle.
Solo dos parecen mayores de edad, pero todos comparten una historia parecida. Cuentan que con el coronavirus salieron de ‘La Esperanza’ hace tres meses y desde entonces viven “dándole vueltas a la cabeza” y atrapados “una y otra vez en el mismo día”, pero en la calle y deambulando por Ceuta. “Estaba sentado, pescando y de repente se puso mal y se cayó al agua. Entonces, me tiré a ayudarle porque veía que no reaccionaba y después se tiraron otros tres más”, cuenta un marroquí de 28 años que fue el primero en arrojarse al mar para ayudar a Mohamed. No obstante, el protagonista de esta historia recuerda todo. “Estaba sentado y me caí. Empecé a convulsionar y hasta me mordí la lengua porque llevo más de tres meses sin la medicación. No es la primera vez que me pasa y no es que no sepa nadar, sí que sé, pero no podía. La Policía Nacional y la Portuaria vinieron después. Entre cuatro me sacaron y me sentaron en las escaleras, pero no podían abrir la reja. La pena es que he estado buscando la caña, pero no he podido encontrarla”, contó mientras enseña las heridas y un chico de no más de 15 años que lleva tres en Ceuta se cuela por los barrotes y explica dónde fue todo. Mohamed fue trasladado al Hospital Universitario con un cuadro de hipotermia e inconsciente. “Allí les dije que soy epiléptico y que no tengo medicación, pero no me dieron nada y al poco tiempo salí”, continuó. No quieren regresar a una tierra de la que huyeron. Por eso no se mueven ni se moverán de las inmediaciones del Muelle España para, en un descuido, poner rumbo al Estrecho. No tienen dónde estar. “Hasta los gatos tienen dónde dormir. Nosotros buena gente pero vivimos la misma rutina todos los días. Pedimos en la calle a ver si alguien nos da algo y sino, a darle vueltas a la cabeza”, comenta uno de ellos mientras se acerca un agente de Policía para decirles: “Aquí no podéis estar ni bañaros.