No era nada grato ver las imágenes de unos hombres parapetados y disparando unas armas rudimentarias contra las Fuerzas llamadas a mantener el orden en una zona peligrosa. Era algo trágico e imposible de imaginar en una sociedad que, desgraciadamente, ha pasado por vicisitudes sumamente dolorosas. ¿Cómo es posible que se aliente la organización de tales disparates que atentan contra la seguridad de las personas y contra el sentido de la paz entre las gentes? No se pone en duda que puedan existir desajustes, de orden laboral y económico, pero sí se tiene la convicción absoluta que esa violenta forma de acción no es la adecuada para tratar de resolver esas cuestiones, en la forma y medida que sea posible. Por el contrario, aumentan la tensión hasta límites graves y no se alcanza ninguna solución positiva.
A poco que se atienda el desarrollo de la crisis que se está padeciendo en Europa y otras partes del mundo se concluye que la situación es sumamente difícil y que - necesariamente - repercute en la organización de la vida laboral. La Economía de todos los países está alterada, especialmente en nuestro país, y su arreglo no es cuestión de poco tiempo y tampoco de medidas simples. A todos nos afecta, tanto al pequeño comercio como a los centros de producción y es necesario estudiar y poner en práctica medidas que hagan posible alcanzar las soluciones precisas. No es tarea fácil ni de corto tiempo. Es necesario comprenderlo así y trabajar al máximo en todo aquello que pueda ser útil para la mejora de la situación y, finalmente, la recuperación plena de un sistema de crecimiento y de mejora laboral.
Esa es una labor de todos y ya sabemos que obliga a sacrificios que en algunos casos son durísimos. Nadie ignora las graves dificultades que sufren muchas personas en nuestro país y se trabaja para solucionar esas dificultades en el plazo más breve posible. Este es un tiempo en el que todos hemos de estar muy unidos en esos trabajos, prestando apoyo firme y no haciendo labor negativa. Fomentar la enemistad es un perjuicio muy grave - a la par que lastimoso - para ese gran esfuerzo que, necesariamente, ha de hacerse por todos y para todos. Es cierto que unos pasan más dificultades que otros - ¿quién no lo sabe y le duele? - pero no se arregla nada, sino que se empeora, alentando los actos de protesta masiva que pueden llegar a convertirse en sumamente peligrosos con el empleo de medios agresivos y contundentes. Es necesario extremar la atención para no crear situaciones difíciles o comprometidas. Los ánimos están excitados y si no se pone cuidado en lo que se dice y en cómo se dice se llega a crear una situación complicada que puede desembocar en una algarada, con choques violentos contra las fuerzas que han de mantener el orden. Hace muchos años que nuestro país padeció un conflicto largo y sumamente grave. Los que lo vivieron no quieren que pueda llegarse a algo parecido, de falta de comprensión y de unión para la solución de los problemas. Que nadie fomente la enemistad sino que se busque con diligencia la unión de todos en la lucha contra la adversidad. Es necesario que los dirigentes de algunas organizaciones se den cuenta que es más importante la inteligencia que la fuerza para vivir en paz. El afán de unión para hacer el bien, para ayudar a salvar una situación difícil y hasta para padecer juntos, debe prevalecer sobre esa dedicación a fomentar la enemistad que, desgraciadamente, algunas personas entienden que es su verdadera misión; no sólo en la calle sino en lugares donde el diálogo sereno y constructivo debe ser la norma fundamental a cumplir por todos.