Las fronteras dejan atrás sufrimiento, familias destrozadas, vidas perdidas. En estas elecciones europeas de carnaza, políticas baratas y demagogia, ningún partido pondrá el foco en el gran drama de la frontera sur. No les interesa. Los muertos no votan. Los desaparecidos tampoco. Por eso nadie se fija en ellos.
Al negocio de la política se suman los racistas, los inhumanos, los que odian porque sí. Esos que son capaces de culpar a un niño por desaparecer en el mar en un intento de llegar a Ceuta, esos que arremeten contra las noticias que se preocupan de vidas, de humanidad. En ese nivel estamos, en el del odio, la despreocupación y la dureza.
Este sábado la familia de Mohamed Karrouk pudo enterrarlo en su tierra, en Castillejos. A sus 26 años, creyó que echarse al mar en un día de temporal sería más fácil.
Desapareció en el espigón de Benzú como tantos otros marroquíes en esos meses de febrero y marzo en los que los políticos se rasgaban las vestiduras con “la invasión” y se frotaban las manos buscando utilizar el drama de estas personas para reclamar dinero a Madrid, a Europa y a todo el que haga falta.
Porque aquí solo se trata de pasta, de conseguir más financiación, de que lluevan las subvenciones. No les interesa nada más.
El cadáver de Mohamed fue hallado en Argelia y este sábado por fin se le pudo enterrar en su país. Su madre y su hermana, abrazadas al ataúd del varón de la casa, pudieron terminar con ese duelo, rezarle y llorar todo lo retenido en estos meses.
Un país y su sociedad se miden por la empatía que tienen con el dolor del otro, por la capacidad de reacción, por la solidaridad auténtica. Aquí solo vemos al inmigrante como algo económico: su entrada mantendrá el CETI, los centros de menores y los puestos de trabajo, seguirán llegando subvenciones para repartirse entre los que supuestamente deben preocuparse por sus vidas cuando lo más que hacen es organizar cuatro bailes por el día de África.
Esto sucede aquí, a nuestro lado. Imagen todo lo que le meten machacado en la comida diaria en forma de telediario. Historias, negocios, odio, falsedad… y ahora las elecciones europeas para preocuparnos de una Europa que tiene las fronteras como trincheras y su espacio sur tragándose las vidas de los invisibles que a nadie importan. A votar el 9J, claro que sí.