Un guardia civil con raíces caballas rescata a una pareja polaca a -35º

Francisco Javier Arias Madrid, guardia civil especializado en montaña actualmente, ha vivido durante 20 años en Ceuta y este viernes ha protagonizado un rescate extremo en la Estación de Prado Llano, Sierra Nevada, en Granada, donde vive.

Según cuenta el agente, que nació en Navarra y es miembro de una gran familia asentada en nuestra ciudad, se recibió una llamada del 112 sobre las 17:45 de la tarde, cerca del refugio de Capileira, por el Mulhacén, a unos 3.200 metros de altura.

En esa llamada, se especificaba que una pareja de polacos había quedado atrapada en el temporal de Martinho.

Dos componentes de la Guardia Civil, especialistas en montana, se equiparon y se pusieron en marcha hacia la Estación del Prado Llano. Una vez allí los esperaba una máquina quita nieves que los acercó “hasta donde pudo” debido a la extrema circunstancia que establecía un nivel 5 de avalanchas con rachas de aire de 90km/h.

Sensación térmica de -35º

La sensación térmica era de unos -35º y dificultaba el rescate. La máquina los dejó a 1.000 metros de las coordenadas ofrecidas por el 112, pero debido al temporal, esas coordenadas no marcaron con exactitud el lugar, por lo que tuvieron que andar a pie unos metros más, soportando ventiscas y bajo condiciones extremas.

Sin apenas distinguir lo que se encontraba delante de ambos efectivos de la Guardia Civil debido a “unas paredes verticales bastante considerables con un 70-80% de verticalidad con terreno mixto de hielo, roca y nieve”, pudieron divisar “una luz muy pequeñita al fondo”.

Procediendo con toda la seguridad pertinente para evitar desprendimientos y continuaron hasta ella para realizar el rescate.

Cuando consiguieron alcanzar a la pareja polaca los encontraron metidos en “una especie de nicho en la nieve que habían hecho sobre una pala de hielo, que era como una cornisa, sin material térmico ni crampones. Además, la chica no llevaba guantes”, explica.

Arias Madrid se desprendió de sus guantes para ofrecérselos a la mujer y él se equipó con unos más finos que llevaba consigo.

Debido a la baja temperatura corporal de ambos, según indica Arias Madrid, “era muy difícil moverlos”, presentaban síntomas de hipotermia severa. Fue una tarea difícil colocar los crampones y proceder a recuperar su movilidad.

Posición fetal

La chica presentaba posición fetal, “no se podían ni mover”, reitera este efectivo de la Guardia Civil involucrado en el rescate.

“Yo creía que eran dos chicos, ni vi que era una chica, me di cuenta al abrir la chaqueta para colocar el equipo térmico”, dice respecto al estado en el que esta pareja se encontraba, “engarrotada”.

Fueron dos efectivos para rescatar a dos personas. En un principio se pensaba que la pareja se ubicaba mucho más cerca de lo que en realidad estaba y en una zona mucho más expuesta de lo que se creía, con peligro de avalanchas.

El rescate sufrió complicaciones debido a la inmovilidad de ambos, por mucho que quisieran tirar, cuando el cuerpo no tiene calor, es imposible obtener movimiento. Los guardias civiles especializados en montaña incentivaban a la pareja a moverse y no perder el movimiento para así aumentar la temperatura corporal y poder poner rumbo a un lugar seguro.

Descender o morir. Dos horas incomunicados

La pareja de efectivos estaba dotada con un equipo de 15 kilos en el que, además de crampones, también guardaban ropa, comida, material térmico y otros materiales de previsión por si, en el peor de los casos, debían hacer noche en el lugar.

Tras intentar recuperar a la pareja de senderistas polacos con la colocación de varios puntos calientes, tanto Arias como Ricardo, compañero del caballa, levantaron una especia de iglú con mantas térmicas para el resguardo de todos.

Una vez colocadas las ropas secas y recuperada la movilidad necesaria iniciaron la bajada. Era imprescindible descender metros porque una prolongación del tiempo a esa altura habría tenido un final trágico para los cuatro.

Además, el movimiento aumenta el calor corporal, y esto era justo lo que los rescatadores buscaban.

“Al generar calor, para nosotros es más cómodo porque ya tú te estás activando. Lo que nosotros no queremos es que dejen de tiritar porque en cuanto tú dejas de tiritar tu cuerpo ya se vende. Empieza a perder ciertas cualidades físicas y se vende a la muerte”, explica Arias Madrid. Con un sistema denominado ‘cuerda corta’ pusieron rumbo a un lugar más seguro.

Durante dos horas estuvieron completamente incomunicados. Durando el rescate desde las 18.00 hasta las 03.00 de la mañana.

Congelación en dos dedos

Francisco Javier sufrió congelación en los dos dedos meñiques de la que todavía se está recuperando. “Tengo dolorcillo en las articulaciones, pero bueno, con antiinflamatorios pronto se curará”, traslada.

Lo importante aquí es que, finalmente, esta pareja de senderistas consiguió librarse de la muerte gracias a un rescate extremo en condiciones difíciles de burlar.

“Sí, led hemos salvado la vida pero, en cierto modo, ellos te la dan a ti porque estamos para esto”, cuenta sobre el rescate.

Aunque es cierto que esta pareja cometió una auténtica negligencia en la que podrían haberse dejado la vida, gratamente salieron con ella de la ventisca y no fueron víctimas de avalanchas. En ese momento, los cuatro estaban expuestos a las decisiones de la naturaleza.

Según informó el personal sanitario, la temperatura de ambos cuando llegaron al hospital era de entre 30 a 33º.

El hombre continúa hospitalizado

La pareja de senderistas agradeció a los guardias civiles este fructífero rescate. “El hombre nos transmitía en inglés su agradecimiento por haberle salvado la vida y la mujer lloraba a canto vivo, estaba en shock, bloqueada”.

Ambos fueron ingresados en el PTS de Granada y, a día de hoy, el hombre continúa hospitalizado por congelación de dedos y por temperatura corporal de 33º. La mujer recibió el alta.

“Se libraron de milagro”, admite Arias Madrid. Durante el rescate no se pudieron filmar muchas imágenes debido a que, las temperaturas extremas desgastan las baterías de los aparatos digitales, por lo que, “la GoPro duró 10 minutos y los teléfonos móviles se apagaron”.