Ceuta ha recibido este fin de semana a un viejo conocido. Francisco Javier Arias Madrid, guardia civil especializado en Grupos de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM), ha regresado a la ciudad que lo vio crecer para participar en las III Jornadas de Rescate Vertical de Bomberos, donde impartió una charla fundamental en este tipo de formaciones: la gestión del ego y la empatía dentro de los equipos de emergencia.
“Era de vital importancia que se diera una charla en relación al trabajo a la gestión del ego, que es el gran problema que tienen los grandes colectivos”, ha comenzado explicando Arias Madrid, a las puertas de la estación marítima, momentos antes de poner rumbo a la que ahora es su casa, Granada.
Una respuesta grata
Su intervención, centrada en la comunicación y la cohesión interna, fue recibida de buena gana y con entusiasmo por los participantes.
Durante su ponencia, este caballa adoptado insistió en que el verdadero valor de un equipo de rescate no reside solo en la técnica, sino en la conexión entre sus miembros y en la capacidad de entender el papel de quien lidera una operación.
“En la charla, principalmente, lo que se trató era que el especialista o el bombero empatizara a la hora de trabajar en grupo con el líder del equipo. Esto es lo que hace que el líder cree un ambiente más positivo, tenga más potencia y hace que el grupo sea mejor”, ha relatado.
Arias Madrid ha querido subrayar la importancia de la humildad, una lección que ha aprendido a lo largo de los muchos años de servicio en rescates realmente complicados.
“Hay veces que determinados colectivos tienen unos egos bastante grandes y el ponerlos a ellos en el lugar de un líder hace que su cabeza funcione de otra manera”, añadió.
Una amplia experiencia
Con décadas de experiencia en operaciones de montaña, Arias Madrid ha participado en rescates por todo el país: Aragón, Navarra, Teruel, Jaca o Huesca son solo algunos de sus destinos.
En la actualidad vive en Granada, donde forma parte del GREIM, pero sus experiencias le han llevado a enfrentarse a situaciones límite.
“Cada rescate que haces es una fisurita que te hace en el corazón porque a nadie nos gusta que nos vean en nuestro peor momento”, ha trasladado.

Cuevas o simas
De todos los episodios vividos, uno de los más duros fue su participación durante la DANA, donde, según recuerda, “fue un caos”. “Eso ha sido, principalmente, lo que más me ha marcado”, ha confesado. Pero hay muchos otros que dejan huella, como los rescates en cuevas o simas, que describió como “muy trabajosos”.
“Los rescates en la sierra en invierno también son bastante complicados… cada vez hay más gente en la montaña, más inconsciencia, más supremacía. La gente se cree que son superhombres y yo todavía no he visto ninguno”, comenta.

Casos con final positivo
Entre los casos que más recuerda, con final feliz, ha citado un rescate en Navarra, en el que el equipo permaneció dos días bajo tierra “en una ratonera, a menos 500 metros, donde solo cabe una persona”.
“Cuando tuvimos que arrastrar al rescatado había que sacarla de la camilla y no se podían hacer microvoladuras porque no había roca madre. Tuvimos que arrastrar con mucho cuidado y es muy trabajoso”, ha explicado.
A pesar de las dificultades, el rescate terminó con éxito dada la condición colaborativa del hombre, por lo que salió “bastante bien”.
El último rescate
El último de los casos que ha enfrentado tuvo lugar “el día antes de venir a Ceuta para dar la formación. Tuvimos un precipitado que tenía tres fracturas cervicales, el cráneo en fractura abierta y otras lesiones, eso te condiciona mucho porque no trabajas a pie de carretera”.
“Trabajas a 3.200 de altitud. Entonces, tienes que decidir tú lo que vas a hacer. Y en base a ello el resultado puede ser positivo o negativo. En este caso fue positivo”, ha relatado.

Cadáveres en operaciones
Pero, no todos los casos tienen un final feliz. Arias Madrid ha reconocido que ha participado en muchos rescates en los que no se ha podido salvar la vida de las víctimas o que, al llegar, ya habían fallecido, como fue el caso de un niño en las pistas de esquí de Granada.
Habla de este tipo de intervenciones con especial sensibilidad, notándose en su mirada el sabor amargo que deja afrontarlas.
“Normalmente cuando se me va una persona en ruta, lo que intento es hacer como una especie de tributo. Cuando salvo a otra persona, es un tributo de honor a las personas que voy perdiendo, compensar un poco la situación, me siento mejor así”, es decir, las vidas que salva por las que se van, porque es imposible evitarlo a pesar de poner todos los esfuerzos.
“Soy hijo adoptivo de Ceuta”
Aunque su trabajo lo ha llevado a recorrer toda España, Francisco Javier Arias Madrid tiene sus raíces en Ceuta. Nació en Pamplona, pero llegó a la ciudad en 1993, con apenas 12 o 13 años, acompañado de su madre y sus hermanos.
“Nos vinimos con una mano detrás y otra adelante”, recuerda. Su madre se había casado con un policía nacional destinado en la ciudad, y aquí la familia comenzó una nueva vida marcada por la lucha y el esfuerzo.
Cuatro de sus hermanos aún viven en Ceuta y sus amistades se mantienen intactas en la perla. “Mis amigos de la infancia están todos aquí”, ha asegurado. A lo largo de los años, Arias ha mantenido un vínculo profundo con la ciudad que todavía mantiene.
Una hija caballa
Su esposa es caballa y una de sus hijas nació también aquí, lo que hace que, a pesar de la distancia, siga sintiendo Ceuta como su hogar.
“Para mí es una arteria principal, tengo mis raíces aquí. Aquí están mis amigos, mis amistades, mi familia, y me ata, soy hijo adoptivo, me siento uno más”, relata con ternura.
Su paso por las Jornadas de Rescate Vertical ha sido también un reencuentro personal con quienes considera parte de su historia. Arias ha querido agradecer especialmente “el trato a Miguel Ríos, jefe de Bomberos, y a Iván García, coordinador de las Jornadas”, así como a la Ciudad por “el trato”.
Arias Madrid ha reconocido con orgullo haber visto una evolución notable en el cuerpo de bomberos que, “a día de hoy puedo decir que tienen una capacidad de trabajo muy importante, tanto el cuerpo como la unidad de trabajos verticales que tiene en el Parque. He visto una evolución muy grande de los especialistas de bomberos aquí”.

Una vida de entrega y humildad
Por otro lado, al ser preguntado por cómo gestiona su familia la peligrosidad de su trabajo, ha reconocido, en palabras del propio Arias Madrid, que “a mi mujer le pesa, y a mi hija mayor, que tiene 13, no le gusta, no quiere que haga esto”.
Pero, él, dice con rotundidad que “no sé hacer otra cosa”. “Se me da bien, me han enseñado bien, he aprendido bien y espero que durante muchos años lo siga haciendo”, ha expresado.
“La vida es bonita”
Cuando habla de la vida y de sus intervenciones en rescate a personas, lo hace desde una perspectiva sencilla y humana.
“La vida es bonita. Yo tengo un trabajo duro, donde gestiono personas que a veces no puedes sacarlas adelante, pero te das cuenta de lo importante que son los detalles. Lo efímero va y viene, lo que se queda es lo que importa, que somos nosotros”.
Con esa mezcla de humildad y orgullo, Francisco Javier Arias se ha despedido de Ceuta, la ciudad que lo acogió siendo un niño “con una mano delante y otra detrás” y que hoy lo ha convertido en “uno más”.
Arias Madrid es un guardia civil de élite que, más allá del uniforme, ha venido a enseñar que, en el rescate, como en la vida, la empatía, la confianza y la humildad son las mejores herramientas para salvar vidas.






Grande es esto tío !!!por donde lo mires!!!