Hace unos años se identificaba la globalización con la rapidez en conocer cualquier suceso importante ocurrido en no importa que país. Así, el fallecimiento de Monserrat Caballé hubiera sido un hecho que , como hoy, hubiera ocupado portadas en el mundo culto y en España y como hoy, hubiera servido para conocer las grandes arias de la maravillosa soprano, no suficientemente divulgadas por los canales de música clásica, si no hubiera fallecido. No, no es esto la denominada hoy globalización que nos persigue ya con más premura, hace casi una decena de años .Esta globalización se puede describir como un proceso del sistema capitalista de integración de áreas tecnológicas, económicas fundamentalmente en sus ámbitos financiero, social y cultural principalmente aunque intenta abarcar todos los sectores de la sociedad. Esta apertura mundial se opone al proteccionismo , más desarrollado en el ámbito económico, con el que hasta hace poco hemos convivido.
El proteccionismo ha sido fuente de riqueza en los países que lo han podido practicar, países ricos en materias primas capaces de poder producir lo necesario para sus economías y vender los excedentes al resto del mundo. Yéndonos a los clásicos los países, según la teoría comparativa de Ricardo, se especializan en la producción y exportación de aquellos bienes intensivos en el factor de producción abundantes en el país, importando aquellos cuya fabricación requiere de factores escasos.
Las nuevas tecnologías han roto fronteras, de pronto tenemos unas monedas mundiales como el bitcoin y el resto de criptomonedas, podemos comunicarnos rápidamente mediante los teléfono celulares y el fenómeno de Internet no tiene fronteras. La sociedad civil va orillando a los políticos, en este fenómeno que es social y cultural, pero también económico.
Pero ¿quiénes son los ganadores y perdedores en este fenómeno? ¿Por qué el Presidente del país más rico de la tierra ahora considera que la globalización es perjudicial para su país y se convierte en un nuevo protector de la economía cuando creíamos que habíamos encontrado la panacea para reducir la pobreza mundial? La globalización ha originado un aumento del comercio internacional sin precedentes pasando desde el 39% del PIB en 1980 al 56% del PIB en 2016 (según datos del Banco Mundial) siendo una fuente de crecimiento económico esencial para muchos países, fundamentalmente países emergentes como los denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), impulsado por la liberalización económica y comercial y el desarrollo tecnológico. Esto trae consigo la externalización de determinados procesos productivos, las empresas sacan fuera de las fronteras donde tiene la sede determinadas fases de su proceso productivo que pasan a ser desarrollados en países intensivos en mano de obra más barata. Esta internacionalización del mercado laboral unido a los movimientos migratorios ha generado una serie de críticas contra los procesos de globalización y contra los efectos que genera en términos de empleo y desigualdad de salarios. Está demostrado que el incremento de las transacciones comerciales y las políticas de inversión mejoran los niveles de vida y el crecimiento a largo plazo. Según la OECD, un incremento del 10% en la apertura comercial favorece un crecimiento aproximado del 4% en la renta per cápita de los países miembros. A nivel mundial se considera que los beneficios de la globalización se traducen en la generación de riqueza, facilitar el acceso a nuevos productos y servicios y favorecer la competencia entre empresas , mercados y países, lo que redunda en una reducción de precios. Por otra parte, las evidencias empíricas demuestran que es importante distinguir en relación al empleo, entre los efectos a corto y largo plazo, ya que a corto plazo las políticas de apertura comercial pueden originar desempleo, sin embargo a largo plazo se produce un alza en el empleo. En general, tanto los trabajadores de empresas exportadoras como importadoras se ven favorecidos por un alza en sus salarios debido a su efecto en la productividad, y teóricamente cuanto mayores sean los intercambios comerciales entre países menores serán las diferencias salariales, por lo que las políticas económicas deben dirigirse a la reducción de barreras comerciales y no a proteger a los trabajadores domésticos de importaciones extranjeras baratas, claro que en estos casos debe existir una regulación laboral homogénea.
Empíricamente países en desarrollo como Brasil, India o Filipinas se ha demostrado que la externalización ha tenido un impacto positivo en cuanto a incremento de salarios se refiere, sin embargo el impacto de las importaciones de servicios de China e India en el mercado laboral estadounidense tuvieron un impacto negativo fundamentalmente sobre los trabajadores más cualificados, así se estima que el 17 % de la mano de obra relacionada con el comercio importador se vio obligada a aceptar otros empleos con un salario más bajo. Es decir, pudiera parecer que la globalización está ayudando a los países en desarrollo en detrimento de los países desarrollados. Es solamente una hipótesis, pero que ha servido para que el Presidente estadounidense analice las relaciones con la Unión Europea , con sus países fronterizos y fundamentalmente con China. Estados Unidos, hoy tiene el mejor índice de empleo desde 1969 :el 3,7% ; los salarios crecen a un ritmo del 3%; el saldo neto en la creación de empleo desde su elección asciende a 4,2 millones de puestos de trabajo y sus políticas económicas tienden al proteccionismo. Con los países fronterizos, México y Canadá acaba de llegar a un acuerdo para cambiar el tratado NAFTA (North American FreeTrade Agreement) por el USMCA (United States, Mexico, Canada Agreement) . Llegado este punto, sería necesario incidir en los problemas específicos de cada país y en el caso de Estados Unidos el lema de Trump, “Lo primero es América”(“America first”), ha venido a significar: nada de globalización económica, nada de comercio sin trabas y nada de inversiones extranjeras indiscriminada en empresas norteamericanas. Los aranceles incrementan el precio del producto importado, y Donald Trump ha impuesto aranceles del 25% al acero y al aluminio procedentes de la Unión Europea y anunciado nuevos aranceles a productos procedentes de China para asegurar que la inversión china en empresas norteamericanas será frenada y se señala como razón fundamental en este caso el elevado déficit comercial de los Estados Unidos con China cifrado en unos 375. 000 millones de dólares en 2017 (el déficit comercial total supone 800.000 millones de dólares).Los chinos según los EE.UU violan sus obligaciones con la Organización Mundial del Comercio al exigir que las empresas extranjeras que hacen negocios en China tengan un socio doméstico y transfieran tecnología a esa empresa. El señor Trump está convencido de que un conflicto arancelario con China se puede ganar porque China exporta a EE.UU cuatro veces más de lo que los norteamericanos exportan a China. Con respecto a España, incluso la aceituna negra española será gravada con un nuevo arancel del 34,7% por considerar que este producto ya está subvencionado por la Unión Europea dentro de la Política Agrícola Común .Es la denominada concepción del “comercio justo” expuesta en el Foro de Davos ”No es aceptable un sistema de librecambio universal si hay países que se aprovechan de ese sistema a expensas de otros. Defenderemos el librecambio siempre que sea justo y recíproco.”
Parecía que habíamos encontrado la panacea de la globalización y al parecer esta desequilibra fundamentalmente a los países ricos que se quejan y reaccionan. Así el Tratado USMCA antes citado entre los tres grandes países de América del Norteamérica y que entrará en vigor en 2020 si los Parlamentos de cada uno de los países lo aprueba, es un acuerdo que refuerza el proteccionismo estadounidense, así por ejemplo en el sector del automóvil se prevé que México reduzca la producción de automóviles hasta casi la mitad debido a los parámetros salariales fijados al establecer dicho Tratado que un 25% de los nuevos vehículos estén fabricados en aquellos sitios donde el salario por hora sea igual o superior a 16 dólares y que a su vez el 75% de las partes del vehículo se fabrique en uno de los tres países. A cambio los Estados Unidos tendrán una política más flexible con los inmigrantes mexicanos y podrán reconocer algunos derechos a los trabajadores temporales. El peor escenario sería el de sumar la inestabilidad financiera a la comercial, o quizás Davos tiene razón.