Esta semana se han producido varios acuerdos importantes en el Congreso de los Diputados de España. Por un lado, continúa la tramitación de la Ley de Cambio Climático, tras rechazarse la enmienda a la totalidad de grupo de ultraderecha VOX, que, siguiendo la estela de grupos y personajes de su misma ideología, tiene un discurso negacionista del cambio climático. Pese a que las evidencias científicas sobre la influencia del ser humano en el cambio climático son abrumadoras, estos personajes, no solo niegan dichas evidencias, sino que se permiten bromear con la situación. Es lo que hace Trump a diario, al igual que Bolsonaro, por citar a los de mayore relevancia mediática y poder. Pero también bromean con la pandemia que nos asola.
Lo que se establece en el texto, y defendió la ministra y vicepresidenta de Transición Ecológica y Reto Demográfico Teresa Ribera en el parlamento, es que España debe alcanzar la neutralidad climática en torno a 2050, debiéndose conseguir para entonces un sistema eléctrico cien por cien renovable. De esta forma cumplimos como país con nuestros compromisos internacionales. Si pensamos que en gran parte de nuestro territorio nacional gozamos de más de 4.000 horas de sol al año, este objetivo no parece que sea difícil de cumplir.
Evidentemente hay muchos intereses en juego y sectores, como el del carbón, a los que hay que dar una salida digna. Fundamentalmente a aquellas comarcas y personas que viven del mismo. Pero esto ocurre también en el sector del transporte y en otros sectores económicos, que se verán afectados por la transición ecológica. Es evidente que vivimos una situación de emergencia climática que hay que abordar Este es el reto y la responsabilidad. Conseguir un futuro más sostenible, sin dejar a nadie atrás. Es el ambiente que se ha respirado en la Comisión de Reconstrucción económica y social del país. Y también es una demanda de los agentes sociales.
De la misma forma, se ha convalidado el Real Decreto-ley 23/2020, en el que se contienen una serie de medidas para impulsar la transición energética. Al contrario que ocurrió con otros gobiernos conservadores, la capacidad de nuestra red eléctrica y los intereses de los grandes grupos eléctricos, no han sido la excusa para volvernos a situar en lo que se denominó “impuesto al sol”. En concreto, se adoptan medidas para el desarrollo ordenado y para el impulso de energías renovables, sin que por ello se vea resentido nuestro actual sistema de producción y distribución. Y también se reconoce en el mismo que en las actuales circunstancias ocasionadas por la pandemia, la política energética debe orientarse a impulsar medidas que favorezcan la recuperación económica, la movilización de recursos financieros y la creación de empleo sostenible.
En la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2019 (Cumbre del Clima COP25) se presentó el Pacto Verde Europeo “Green Deal”, que es en el que se configura la hora de ruta climática en la Unión Europea para los próximos años y se señalan una serie de sectores económicos esenciales para este objetivo, como el del transporte, la energía, la agricultura, los edificios o las industrias como la siderurgia, el cemento, las TIC, los textiles y los productos químicos. Todos estos sectores van a ser los nuevos motores en generación de empleo. Si sabemos situarnos en ellos, los efectos del COVID-19 sobre la economía y sobre el sistema energético se habrán convertido en una oportunidad, en lugar de en una amenaza. Que este paquete legislativo reconozca estas realidades y adopte medidas para situarnos en ellas, demuestra que estamos orientados en la buena dirección.
Los cálculos que se han efectuado es que esta transición ecológica atraerá más de 200.000 millones de euros de inversiones en los próximos diez años, generando unos 300.000 empleos netos anuales, pues la movilización de inversiones, el ahorro de energía y una mayor presencia de energías renovables, permitirá que nuestro Producto Interior Bruto (PIB) aumente cerca del 2% en 2030. De cualquier forma, estas medidas, y otras que se implementarán, son necesarias. El cambio climático y la paralización de la actividad económica a causa de la pandemia las demandan. Pero la evidencia nos lleva a mirar hacia estos nuevos sectores y estas nuevas tecnologías como las fuentes de generación de empleo y de la recuperación económica del futuro.
Quizás haya llegado el momento de pensar en que no solo debemos conformarnos con ser los “camareros” de los países del norte. Esos que ahora se rasgan las vestiduras y pretenden seguir poniendo obstáculos a la aprobación de ayudas solidarias europeas para salir de la crisis. Creo que nos merecemos otro futuro. Nuestra patria se lo merece.
Como dice Pablo Iglesias, esto sí que es ser patriota de verdad y no colgarse banderitas que son de todos, como si fueran propias.