La tala del sauce llorón de la Marina es un ejemplo más de la caída en picado que se produce en esta ciudad con todo lo que tiene que ver con la protección del patrimonio natural. Argumentan -solo faltaría- que el sauce estaba enfermo, que había riesgo de caída -la nota trágica es la excusa perfecta en todo- y que no quedaba otra que quitarlo del lugar.
Ese es el problema, que no quedara otra. Si se hubiera cuidado como se debía, si existiera una adecuada política de conservación del arbolado, hoy no estaríamos hablando ni de esta tala ni de tantas otras ejecutadas por la Ciudad sin miramiento.
El caso del sauce llorón ha provocado mayor impacto en la ciudadanía por el lugar en el que se encontraba y el tiempo que llevaba formando parte de la historia local. Pero la política arboricida del Ayuntamiento es de tal calado, que, si nos paramos a pensar, se están cargando poco a poco todo lo que tenemos.
Esa misma política la llevan tiempo aplicando con el patrimonio. Dejan que se deterioren bienes que deben estar protegidos y cuando no queda más remedio ordenan su demolición porque hay riesgo. Esa es la palabra mágica el riesgo.
El Ayuntamiento nos protege, nos cuida, no quiere ningún mal para el ciudadano rece a quien rece, vote a quien vote y bese a quien bese, como le gusta decir a nuestro alcalde.
Por eso tira de tala para que los árboles que ha dejado morir no se nos caigan encima y tira de maquinaria para cargarse aquellos bienes que amenazan con una ruina provocada.
Esa es la realidad. Y así poco a poco se van cargando todo hasta transformar esta Ceuta en la de la economía verde y azul, que cada vez es menos verde y menos azul.
Talaron el sauce llorón porque estaba enfermo, o mejor dicho, porque lo dejaron enfermar. Se los van cargando poco a poco, impidiendo el descanso de los pájaros, convirtiendo la ciudad en bloques de hormigón en donde criar a nuestros hijos.
No es la tala, es lo que están dejando que suceda para justificarse.