Cerramos un año complicado. Si me obligo a hacer un ejercicio de reflexión mirando al pasado, creo que es uno de los peores para Ceuta. Nunca antes había existido esta inquietud sobre nuestro futuro y nuestro presente inmediato. Bien es cierto que siempre han existido esos temores, esas conversaciones de café en las que se hablaba sobre qué le deparará a esta ciudad, pero ahora esos temores son un hecho.
No. No soy fatalista. Tenemos una dura realidad que nos devora poco a poco y unos gobernantes que solo saben pedir prudencia y que son incapaces de reaccionar como deben.
El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ha querido situarse en el centro de la polémica. Ha optado por un suicidio político, ha querido quemarse con tal de proteger a un delegado del Gobierno que no da la talla. Carente de talante, de mano izquierda, de capacidad... dicen de él que es muy trabajador, pero en esta plaza además de eso se requiere un mandatario sin complejos, sin odios, sin inquinas y, sobre todo, sin estar preso de sus fantasmas. Porque su fracaso repercute en todos.
Vivas parece haber confundido el ‘feo’ que le hizo en su día con su defensa a ultranza, hasta el punto de llegar a una situación de extremismos que no benefician a nadie. No hagas pagar a la población tu mala elección. No es un consejo, es una petición a los Magos de Oriente, si consiguen cruzar la frontera.
El delegado no nos concede entrevistas, no le gustamos, ha optado por rechazar estos encuentros
El delegado del Gobierno ya no concede entrevistas a este medio. No le gustamos. En la última que concedió, hace ya años, llegó a rozar el ridículo negando que hubiera avalanchas en la frontera. Después optó sencillamente por rechazar encuentros que le resultan incómodos.
Cree que tenemos algo en su contra, no acepta la crítica, debería haber aprendido algo más de casi todos sus predecesores. Si pudiera sacaba su vena más radical a pasear, pero vivimos en una democracia y eso agota cualquier posibilidad de mandar al ‘Séptimo de Caballería’ a cortar cualquier atisbo de crítica, aunque lo intenta, vaya que si lo intenta.
Ceuta se encuentra en un callejón sin salida, con promesas que no tienen soluciones rápidas. La frontera nos está devorando poco a poco hasta el punto de matar el presente de nuestra ciudad y secuestrar nuestro futuro. Nos piden prudencia mientras a diario se suceden imágenes terribles que debieran sonrojar a los que las permiten.
Cuatro guardias contados expuestos a las decisiones fronterizas de Marruecos sin respaldo alguno. Son carnaza de vídeos que se convierten en virales, en los que les presentan peleándose con porteadores por quitarles una maleta con mercancía. Cumplen órdenes políticas y terminan convertidos en ‘memes’ mientras desde la Delegación no se sabe reaccionar a tiempo. Más allá de enviar a un asesor patea-bultos y de ocultar sus responsabilidades, no hacen nada por torcer la compleja situación en la que nos vemos atrapados.
Que hoy cierre un comercio es una desgracia para todos, sus empleados irán a la calle, se parará el consumo interno, se frenará el turismo, daremos una mala imagen al exterior, Ceuta será visionada en todos los foros como punto de colapso sin solución... y las consecuencias las pagaremos todos.
Táchenme de radical. Prefiero serlo a vivir atrapada en este complejo que nos va minando poco a poco, como ciudad, como personas, como ejemplo de lo que deberíamos haber conseguido cuando debimos.
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