En 1995, Ceuta se constituyó en Ciudad Autónoma, los sucesivos alcaldes de la ciudad se convirtieron en alcaldes-presidentes, asumiendo las funciones que le otorga el Estatuto de Autonomía de la Ciudad.
Y aquí es donde terminan los beneficios del cambio, quiero decir, que aparte de aumentar los resortes de poder del presidente, a la hora de imponer su criterio propio y de partido, en cuanto al reparto de funciones, cargos, concesiones administrativas etc., en ninguna otra área hay diferencias en cuanto a las atribuciones de un ayuntamiento. De hecho, constituye una anomalía en cuanto a término jurídico, que solo se aplica a Ceuta y Melilla, sin una definición clara con respecto a las demás.
En realidad lo que se ha conseguido es un mayor clientelismo social y político, una mayor dependencia de todos los sectores socio-económicos a las decisiones del ejecutivo, en una ciudad cuya economía depende mayoritariamente del sector público.
Sin embargo, los asuntos realmente importantes que deberían tener una autonomía propia, debido a la singularidad del territorio, quedan sujetos a la administración central.
Dos ejemplos claros son: LA SANIDAD Y LA EDUCACIÓN que están bajo la autoridad del gobierno central en Madrid. Es una evidencia que son dos aspectos muy problemáticos en nuestra sociedad ceutí.
Recientemente hemos visto como se ha movilizado el sector sanitario junto con la plataforma ciudadana, exigiendo cambios y aportando soluciones para paliar el déficit sanitario que arrastra la ciudad desde décadas. Ninguna de estas iniciativas han logrado objetivos concretos, porque todas dependen de resoluciones desde Madrid. La singularidad de Ceuta se desconoce allí y es difícil de comprender si no hay experiencia sobre el terreno. Estas circunstancias hacen que la voz de estos colectivos, que sufren y ven como se deterioran cada vez más los servicios sanitarios, no sea oída por quienes tienen en su mano la capacidad ejecutiva para ponerlos en práctica.
En el caso de la educación es más sangrante si cabe, todas las estadísticas más desfavorables respecto a la educación, las dan Ceuta y Melilla. Son las más altas en fracaso y abandono escolar por un lado y de las más altas en alfabetismo lingüístico y digital. Es decir, es un fracaso educativo que comprende todas las edades de la ciudadanía. Es indudable que no es fácil dar con soluciones que puedan cambiar esta situación pero también lo es, la necesidad de buscar alternativas y aplicar nuevos métodos.
Por supuesto, los profesionales tanto sanitarios como educativos, no son los responsables de este fracaso en dos aspectos claves para el bienestar y desarrollo de una ciudadanía democrática e igualitaria. Los responsables, son los que tienen el poder ejecutivo de estos dos ministerios, tanto cuando lo ejercían socialistas como populares, en esto comparten el mismo fracaso.
Pero es tarea imposible buscar alternativas y nuevos métodos si no se revisa adecuadamente la evidente singularidad de Ceuta.
Ceuta junto con Melilla, son los únicos enclaves Españoles y Europeos en África, por lo tanto sus dos únicas fronteras terrestres. Este factor ha llevado a una singularidad propia y muy arraigada que hace de la Ciudad Autónoma un punto y aparte de lo que se considera normal en el resto del país.
"Sanidad y educación son dos aspectos muy problemáticos en nuestra sociedad ceutí"
La imagen oficial que se da de Ceuta como de Melilla, tanto a través de los medios de comunicación como de las instituciones públicas locales es, de ejemplo de interculturalidad y convivencia en el marco de la diversidad cultural y religiosa que reúne la ciudad, a saber, entre las comunidades cristiana, judía, hindú y musulmana.
Este discurso centra y pone titulares en una gran parte de los discursos de sus líderes políticos y de sus principales responsables, destacando con ello la singularidad propia y la idiosincrasia especial de las ciudades autónomas, puente entre continentes y referente de dialogo entre sus diferentes culturas.
Pero esta imagen idílica y civilizada no hace más que ocultar deliberadamente una realidad muy diferente y mucho menos prosaica, fruto de su auténtica razón de ser, que es la de constituir las únicas fronteras terrestres de Europa con África y por ello de ser Plazas Militares y Cabezas de Puente con toda la región geoestratégica del Magreb y de control del Estrecho de Gibraltar. Esta situación lejos de representar un ejemplo de interculturalidad más bien refleja una situación de CHOQUE DE CIVILIZACIONES.
Porque la auténtica singularidad de Ceuta y Melilla es la de convivir en el mismo territorio dos poblaciones perfectamente delimitadas, que pertenecen a entornos culturales, sociales, educacionales, lingüísticos, religiosos e históricos <que son los que definen a una civilización>, diferentes. Una situación que no se ha abordado históricamente de manera correcta y cuyas consecuencias están creando (han creado, de hecho) una situación muy negativa que lleva a una profunda dicotomización de la ciudadanía.
Creándose una realidad de aislamiento y marginación de una mitad de la población con respecto a la otra mitad, siendo esto una situación intolerable que hay que contribuir a modificar trabajando para facilitar unas relaciones mucho más democráticas e igualitarias que favorezca el dialogo, la colaboración entre todas las partes a través de procesos participativos de largo alcance. Es imprescindible trabajar y esforzarse en el universal proyecto del diálogo entre culturas y civilizaciones.
Ceuta, debido a esta singularidad tiene la obligación moral e histórica de ser referente en este diálogo de civilizaciones
Este aspecto importante y de gran relevancia no se tiene en cuenta a la hora de crear y organizar programas específicos de calado para paliar esta problemática.
Año tras año, se repiten las cifras. Y año tras año, la respuesta es la misma tanto de Madrid como de Bruselas; mandar fondos económicos para contrarrestarlas.
Y EL FRACASO CONTINUA. No será que lo que realmente falla, es el enfoque que se le da al problema?.
Teniendo en cuenta esta reflexión, opino que quedan evidentes dos soluciones a poner en práctica.
1.- La constitución en Comunidad autónoma para Ceuta y Melilla.
2.- Que el diálogo intercultural sea un referente en las políticas sociales, educativas, culturales y económicas que favorezcan el normal e igualitario desarrollo de la ciudadanía.