Las fiestas patronales de Ceuta son, sin duda, uno de los momentos más esperados del año. La ciudad se engalana, la gente se reúne en un ambiente de alegría y tradición, y los fuegos artificiales iluminan el cielo como broche final. Sin embargo, es hora de que nos preguntemos si esa tradición, tal y como la vivimos hoy, está en consonancia con los valores de inclusión, bienestar y respeto que tanto proclamamos.
Los fuegos artificiales ruidosos, aunque espectaculares, tienen un coste invisible que muchas veces pasamos por alto. El estruendo que acompaña a estos espectáculos pirotécnicos puede parecer parte del encanto para algunos, pero para otros se convierte en una verdadera pesadilla. Las personas mayores, los niños y adultos con autismo, los bebés, los enfermos sensibles al ruido, los animales domésticos y la fauna silvestre sufren auténticos episodios de ansiedad y pánico por culpa de las explosiones.
Los perros, por ejemplo, tienen un sistema auditivo mucho más sensible que el nuestro. Basta con acercarse a cualquier clínica veterinaria la noche de los fuegos para comprobar los efectos devastadores: animales desorientados, huidas desesperadas, incluso fallecimientos por ataques de pánico. Las aves también sufren, abandonan nidos, se desorientan y algunas mueren por colisiones al huir en la oscuridad. Y, por supuesto, pensemos en aquellas personas dentro del espectro autista para quienes un estallido repentino puede desencadenar una crisis de ansiedad insoportable.
Ceuta, como ciudad moderna, solidaria y sensible a las necesidades de todos sus ciudadanos, puede y debe dar un paso al frente. Cada vez más municipios en España y en el resto del mundo están optando por fuegos artificiales silenciosos o de bajo impacto sonoro. Existen alternativas tecnológicas que permiten ofrecer un espectáculo igualmente vistoso, mágico y emocionante sin necesidad de generar estruendos. ¿Por qué no sumarnos a esta tendencia?
No se trata de acabar con las celebraciones, sino de adaptarlas a los tiempos que corren y hacerlas más amables para todos. Apostar por fuegos artificiales sin ruido no significa renunciar a la fiesta, sino mejorarla: hacerla más segura, más accesible y más respetuosa con quienes no pueden defenderse del ruido.
Desde este espacio, hago un llamamiento al Ayuntamiento de Ceuta, a la Consejería de Festejos y a todos los ciudadanos: celebremos, sí, pero con empatía y responsabilidad. Por unas fiestas para todos, por una ciudad que cuida de los suyos y de su entorno. Que el cielo de Ceuta se ilumine de colores, no de estruendos.
Con todos mis respetos, que articulo más absurdo.
Un lenguaje enrevesado para decir que a los perros les sienta mal los fuegos artificiales. También me imagino que la feria le sienta mal a las Pavanas con eses luces.
¿Nadie piensa en las pavanas? ehhh
Totalmente, que pesaos con los perros . Salen a pasear mas con ellos que con sus abuelos o padres