Días atrás se celebraba una edición más de la Feria de las Ingenierías en la Universidad de Granada. En esta ocasión ya podía ser presencial. El objetivo de esta era explicar a los estudiantes de la ESO y Bachillerato por qué es importante que cursen un grado de cualquiera de las ingenierías que existen. Mi participación era para explicarles los puentes que existen entre la ingeniería informática, la empresa y la sociedad. Me llamaron la atención las palabras del director de la Escuela, junto al organizador de las jornadas, en el sentido de dar la bienvenida a los estudiantes a la Escuela de Ingeniería Informática, a la que calificaron como la “fábrica de sueños”, lo cual fue bastante aplaudido por los asistentes.
Lo que les dije fue que la informática era algo que se había colado en nuestras vidas, con el objetivo fundamental de hacernos la vida más fácil y que, en este sentido los estudios de Ingeniería Informática tenían como objetivo fundamental la preparación del estudiante para el ejercicio profesional en el desarrollo y aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En el campo concreto del mundo empresarial, se pretendía dotar al estudiante de unos conocimientos adecuados para la gestión de la empresa, o para la creación de su propio proyecto de emprendimiento. Por esto, la elaboración de planes de empresa y la realización de jornadas para darlos a conocer eran algunas de las actividades que se llevaban a cabo.
Para que comprendieran la imprescindible labor que tienen los y las ingenieras informáticas hoy día, les hablé de la nueva sociedad digital, en la que ya no hay lugar para la intuición humana, pues cualquier decisión se ha de sustentar en los datos y en saber gestionarlos e interpretarlos. De la misma forma, también su participación es imprescindible en temas relacionados con la Inteligencia Artificial (IA), en tanto que son las tecnologías del tratamiento intensivo de grandes volúmenes de datos y el aprendizaje de las máquinas, lo cual va a condicionar la evolución de la sociedad y su capacidad de generación de riqueza. Relacionado con esto, aparece otro concepto, el denominado “Machine Learning”, o conjunto de herramientas que permiten que una máquina aprenda de unos datos de forma iterativa.
Uno de los aspectos que tuvo más debate fue el asunto de las “fake news”. Les expliqué que en un reciente estudio desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts se venía a demostrar que las noticias falsas se difunden hasta veinte veces más rápido en Twitter que las verdaderas. La culpa no recae sobre los bots, sino sobre las personas. Los investigadores estiman que una noticia ficticia se disemina a 1.500 usuarios en 10 horas, mientras que una historia contrastada tarda unas 60 horas en alcanzar al mismo número de personas. Es decir, las redes sociales pueden favorecer unas sociedades más plurales, pero ese pluralismo, imprevisible e inestable, puede afectar a la seguridad global al ser utilizado como arma en contra de los adversarios.
Nuevamente aquí aparece la figura del ingeniero e ingeniera informática, como elementos clave en esta sociedad digitalizada, para responder y prevenir las nuevas amenazas globales. La educación, por tanto, constituye el elemento fundamental ante problemas de este tipo. Así evitaremos ser “pobres contemporáneos”, que son personas que sistemáticamente aceptan como verdad absoluta cualquier noticia que aparece en la pantalla y que es incapaz de diferenciar una fuente fiable de una que no lo es.
Javier Solana, en un reciente artículo en El País, “Donbás y el tercer pilar de la Europa digital”, decía que la política cibernética debía asegurar nuestros derechos fundamentales como ciudadanos y protegernos contra quien quiera, y pueda, hacernos daño. Es el caso de Putin, que ha vuelto a desafiar el derecho internacional con el reconocimiento de la independencia de las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk de la región del Donbás, y cuya estrategia va más allá del mundo visible, habiendo convertido a Ucrania en un “patio de pruebas para grupos de cibercriminales, afiliados al Kremlin, que buscan refinar su habilidad para lanzar ataques a través del ciberespacio, esperando que se traduzcan en daños para las infraestructuras físicas de la exrepública soviética”. Estos ciberataques demostrarían la vulnerabilidad de cualquier Estado en nuestra era digital. También la necesidad del aumento de especialistas en informática y telecomunicaciones, que puedan ayudar a neutralizarlos y a defender nuestros derechos y nuestra sociedad.
Finalicé la charla con los estudiantes citándoles la frase de Alvin Toffler: «Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender». Y les recordé que lo realmente importante era que nadie fuese un analfabeto en el siglo XXI. En este sentido, yo también les di la bienvenida a la Universidad, la auténtica “fábrica de sueños”.