En dos grupos diferentes, este miércoles han salido desde Ceuta a la Península 33 menores extranjeros no acompañados que estaban acogidos en
el centro de La Esperanza. El primero, formado por 13
MENA, ha partido en el primer barco de la mañana dirección a Extremadura, en donde serán acogidos en centros de esta comunidad. Dos horas después ha marchado el segundo grupo formado por 20 menores con destino a Galicia. Ambas salidas están enmarcadas
en el acuerdo alcanzado con las distintas comunidades autónomas para ir acogiendo a menores que están en Ceuta debido al colapso de los recursos locales tras la entrada masiva del pasado mes de mayo. Todos los chicos van acompañados de educadores del centro que tienen la encomienda de conducir a estos menores hasta el punto de destino para, luego, regresar a nuestra ciudad. Una vez estén en Extremadura y Galicia, los menores pasan a depender de los servicios de dichas comunidades autónomas.
Ya ha habido traslados previos a Andalucía, Baleares y la propia Extremadura. El acuerdo alcanzado pasa por el traslado de 200 menores marroquíes en diferentes comunidades autónomas, todos ellos del centro de La Esperanza para rebajar su ocupación y así ir dando cabida a los demás niños y adolescentes que están desperdigados en los diferentes albergues que han sido habilitados como recursos improvisados ante una situación extraordinaria y nunca prevista.
Entre los protagonistas de estos dos traslados hay menores de diferentes edades, chicos que han sido atendidos durante todo este tiempo en Ceuta a través del área de Menores y que ahora cambian radicalmente de vida, debiendo adaptarse a otro territorio, otro espacio y otros educadores. Son menores que un día cruzaron la frontera, cada uno con su propia historia, que se han ido integrando tanto en el día a día del centro como en las actividades que desarrollaban en otros ámbitos tanto escolares como deportivos.
Unos se marchan por la vía regular y otros, desesperados, intentan huir
Curioso ha sido que mientras los menores esperaban para salir a la Península, con sus billetes de barco, sus maletas, con un viaje organizado y previsto… otros menores imitaban ese rumbo pero por la vía irregular. Así intentaban sortear los obstáculos que ha dispuesto la Autoridad Portuaria a modo de impermeabilización por toda la zona, arriesgando incluso sus vidas al escalar elevadas alturas e intentar cruzar por puntos donde hay concertinas con las que pueden lesionarse o quedarse enganchados.
Son aquellos menores que siguen deambulando por las calles, que duermen por la zona portuaria y que cada mañana, a primera hora, intentan aprovechar la salida del primero de los barcos cuando todavía no ha amanecido. Cada travesía es un reto, que muchos compatriotas lo hayan conseguido constituye un claro efecto llamada para que otros emulen esa misma acción.