Leo Strauss acuñó, en los años cincuenta del siglo XX, la expresión reductio ad Hitlerum para referirse a un tipo de falacia basada en la alusión a Adolf Hitler a través de una relación intrascendente. Ejemplo rápido: “Si eres vegetariano, eres igual de malo que Hitler porque Hitler era vegetariano”. Como vemos, se ignora aquello que hacía malo a Hitler y se establece que cualquier característica compartida con el sanguinario dictador, por superflua u obvia que sea, te equipara a él en términos morales. Si tienes bigote, eres un nazi, porque Hitler llevaba bigote; si te gusta la música clásica, eres un nazi, puesto que el führer era fan de Wagner; si tienes brazos y piernas y sostienes que el agua moja, es que estás a favor de las cámaras de gas, ya que el viejo Adolf también tenía articulaciones y era dado al uso de paraguas en los días de lluvia.
La intención de quien aplica este silogismo vergonzante en la esfera pública no es otra que la deslegitimación del adversario, único fin que por desgracia parecen perseguir el Gobierno y sus adláteres -todos militantes en la reductio ad Hitlerum- a la hora de abordar los asuntos que Ceuta Ya! plantea en la Asamblea. Sea sólo por interés, sea por interés e incapacidad, el caso es que el rigor y las reglas básicas de la argumentación lógica no es que hayan pasado a un segundo o tercer plano, sino que se encuentran en el absoluto destierro. El “razonamiento” falaz lo ocupa todo. Y quienes asistimos a las sesiones plenarias albergando (todavía) una mínima fe en hallar algo parecido a una discusión política honesta, nos damos de bruces, una y otra vez, con el muro de la desfachatez intelectual. Hoy, es absolutamente pertinente solicitar que la entrada al salón de plenos de Ceuta esté presidida por la misma inscripción con la que Dante Alighieri se topaba a las puertas del infierno: “Abandonad toda esperanza quienes aquí entráis”. Lo ocurrido recientemente constituye una prueba firme.
Hace unas semanas, Ceuta Ya! propuso rechazar la deficiente política que, en defensa de la españolidad de nuestra tierra, ha impulsado el presidente Vivas en sus casi veinticinco años de ininterrumpido mandato. Una tesis principal sostenía la iniciativa: en las relaciones internacionales, que es el ámbito en el que se dilucidan los contenciosos soberanistas, la correlación de fuerzas se erige, siempre, en el elemento clave sobre el que pivota todo lo demás. Partiendo de esta premisa, los y las ceutíes debemos ser conscientes de que tener un estatus distinto al del resto de territorios del país es una debilidad que otorga armamento a quienes, fuera de nuestra “burbuja”, ponen en cuestión la soberanía del estado español sobre la ciudad. En consecuencia, debemos aspirar a algo tan irrenunciable (más aún desde un punto de vista progresista) como ser iguales. Y eso pasa por, entre otras muchas cuestiones, constituirnos en Comunidad Autónoma, derecho que nos reconoce la Constitución y que, durante décadas, se nos ha negado por parte de PSOE y PP.
Juan Vivas, como líder indiscutible de Ceuta, tenía la responsabilidad y el deber de capitanear la lucha de nuestro pueblo por la igualdad. No obstante, ha hecho (y sigue haciendo) todo lo contrario. Plegado a sus intereses de partido, se ha esforzado en vender, cual vulgar estafador de tres al cuarto, las bondades de un estatuto de autonomía, el actual, que nos relega fuera del marco constitucional. Se ha esforzado en vendernos las bondades de una humillación que, además, se traduce en una enorme debilidad para Ceuta de cara al exterior, principal motivo por el que su gestión merece ser censurada.
Este planteamiento que se acaba de exponer, el de Ceuta Ya!, puede ser legítimamente discutido; lo que es menos legítimo es el recurso a la falacia como respuesta. Claro está, fue lo que, una vez más, pusieron en práctica el Gobierno y su principal apoyo, el MDyC, para no hablar del asunto de fondo y cerrar filas en torno al jefe: “Si Ceuta Ya! critica a Vivas, Ceuta Ya! es como Vox porque Vox también critica a Vivas”. De nuevo, la vergüenza ajena apoderándose del máximo órgano de representación de la ciudad. Reductio ad hitlerum. Efectivamente, abandonad toda esperanza quienes aquí entráis.
Pero hay que subrayar que lo más sangrante de tal forma de proceder no se encuentra en el perjuicio que la exhibición impúdica de estupidez supone para el crédito del que los representantes públicos deberían nutrirse en una democracia sana. Es importante insistir en lo que hay detrás, en el fin último: la estigmatización de cualquier alternativa al statu quo y, por ende, el intento de exculpación de quienes, habiendo estado años siendo (supuestamente) oposición al Gobierno, han intercambiado principios por euros, convirtiéndose hoy, sin rubor alguno, en los principales valedores de un Partido Popular contrario a la mínima posibilidad de construir una sociedad igualitaria. En ese sentido, la extrema derecha no es sino la coartada perfecta para justificar el apoyo al modelo social de la derecha, el modelo que el “régimen de Vivas” lleva instaurando, con mano de hierro, un cuarto de siglo.
Acudiendo al espantajo de Vox, se trata de otorgar validez moral a la connivencia del MDyC (y también del PSOE) con una acción política, la del PP, que ha generado una ciudad segregada, gobernada por la ley del dinero, con niveles insoportables de desigualdad, diligente con los poderosos e implacable con los débiles, corrupta en lo institucional y estructuralmente racista. Una ciudad con las costuras rotas y en la que, para que unos vivan en la opulencia, otros tienen que subsistir, todo ello a la vez que se nos sepulta bajo el bombardeo constante de una propaganda encargada de inocular un discurso oficial que nada tiene que ver con la realidad padecida día a día por las capas populares. Una ciudad, a fin de cuentas, cercana a la que diseñaría cualquier dirigente de extrema derecha.
Con un panorama así, es obligación de toda fuerza emancipadora no ceder ante el soez intento de disciplinamiento ejercido, desde hace tiempo, por la enorme maquinaria al servicio de los intereses de Juan Vivas, quien, por otra parte, se ha especializado en disfrazar de “consenso” y “unidad” lo que no es más que claudicación, servilismo y mercadeo. Porque es el Partido Popular el que lleva más de dos décadas machacando a la gente sencilla de este pueblo mediante la implementación de políticas antisociales y crueles. Y porque fue el Partido Popular el que, cambiándose vilmente de chaqueta, nos traicionó hace treinta años en relación con nuestra legítima aspiración de ser iguales al resto. Ceuta Ya! debe seguir señalando esto, debe seguir señalando la verdad. Debe hacerlo contra el PP y sus bien remunerados socios. Debe hacerlo contra todo y contra todos. Debe hacerlo porque siempre conviene tener presente aquella máxima de Daniel Bensaïd: “Nos hemos equivocado a veces, incluso a menudo, y sobre bastantes cosas. Pero nunca nos hemos equivocado ni de combate ni de enemigos”.