Escúchame, mi Primero, por si se me olvida que hace dos años te escribía unas letras, pero es que has sido el que se me ha aparecido en sueños.
Querido Vera, te vi en aquel sueño celestial en tu Tercio y me dabas las gracias por haberte sacado guapo en las fotos en el reportaje, de la emoción apenas podía verte, las lágrimas me salían de repente con tu sonrisa celestial.
Cabo Primero Caballero Legionario Don José María Rodríguez Vera era la estampa clásica de inmortalizar cualquier instante con los que están y un día estuvieron en las filas de La Legión.
Nadie en el Tercio sabía porque cada uno será lo que quiera, como llegó hasta un Banderín de Enganche el primero Vera más cuando intentaba yo entrevistarte la emoción te superaba y te perdían los nervios.
“Javier, me alisté en el sitio oportuno y en el momento adecuado para estar listo para aquella mañana de aquel 13 de enero de 1958 en el lecho seco de la Saguía El Hamra con la VIII Bandera”.
En los Tercios Saharianos, si ya venía curtido, la Legión lo acogió como uno de los inmortales que sólo tenía miedo a las dunas de Smara porque el enemigo de las arenas salía.
Y como eras de bravura sin igual llevabas el paso a tu hechura fuera el momento que fuera y comenzaban los roces con los códigos del protocolo y en tu mirada y murmurando por lo bajini decías, estos no saben lo que es entrar en combate con el sol abrasador, rescatar a los heridos y recoger a los muertos que los hubo así que ahora me van a decir ¿cómo hay que ponerse para hacer una foto?
Legionario de la vida, legionario que se forjó en aquellas tierras hasta llegar a la Cuna Legionaria, Ceuta, la tierra africana por excelencia para dejar escurrir las arenas movedizas del oasis para sentirse con el chambergo el más firme heredero de aquella mítica siroquera.
Acuérdate, Vera, si ves por la formación del veinte en tu Tercio a Reduan; ponte de acuerdo con él y no estorbarse, que saben ustedes de planos y empujones más que los ratones coloraos.
No quisiera dejar pasar estas letras con las lágrimas saltadas y los renglones torcidos por quedarme parte del Credo cuando te veía solo al finalizar cualquier parada militar y nadie te recogiera porque tu ropa fuera tan añeja con el sabor de la guerra que te dejó la marca en tus manos o por el tabaco guerrillero que sólo era para hombres a pulmón libre.
"Legionario de la vida, legionario que se forjó en aquellas tierras hasta llegar a la Cuna Legionaria, Ceuta"
Quizá hubiera cambiado las letras del Espíritu de Compañerismo por uno que fuera “Jamás abandonar a un hombre en el campo hasta marcharnos juntos”.
De nuestros tiempos sólo quedan Nico, el otro Reduan y Salva Camacho como veteranos de aquellas formaciones. Querido Vera, siempre me decías: “Javi, si quieres un cafelito, quieres una foto o necesitas algo me lo dices”; hasta que llegaron los momentos donde la edad ya le vencía, pero su Espíritu le pedía seguir al pie del cañón antes de que le llegase la hora de agruparse en el Quinto Tercio.
Gracias, mi Primero Vera, por dejarme sentir tu historia así como ser compañero de fatigas en tantos momentos donde los empujones, euforias y mogollones nos pasaban por encima y nosotros allí, recitando los Espíritus como más duro fuera el fuego y la pelea más fiera.
Sólo me dejo unas letras salpicadas por las lágrimas al verte en mis sueños, mi primero Vera, querido compañero el día que yo me vaya viendo la silueta del navío esperándome para navegar por los mares eternos, nos haremos otra foto allá arriba en el 5º Tercio, estrechando un relicario y dándote un fuerte abrazo legionario.