Tras una noche marcada por un goteo constante de intentos de entrada de inmigrantes, este miércoles la Guardia Civil seguía localizando a jóvenes que burlan el control marroquí con el ánimo de llegar a Ceuta.
Es, como cuenta un componente del Instituto Armado, una “escapada a cualquier precio”. La localización en el mar se convierte en una especie de acertijo complejo, marcado por la temeridad.
Los agentes del Marítimo navegan, en muchas ocasiones, a ciegas, guiados por las indicaciones de compañeros de otras unidades, hasta dar con quienes se mantienen a flote a duras penas.
Se aprecian entre las olas sus cabezas. Se les ve, después desaparecen, se les vuelve a ver… son acciones en mitad de un mar embravecido que hacen temer lo peor, porque en cualquiera de estas, confiesa otro guardia civil, “puede suceder una desgracia”.
La noche ha sido una constante de intervenciones. Esta mañana las circunstancias habían mejorado en algo, atrás quedaron jornadas de una presión que se ha visto en Ceuta, pero también en Marruecos, con muchísimos adultos y menores buscando echarse al mar.
Lo peor es el tiempo. También lo más grave. Las maniobras del Servicio Marítimo en el mar lo dicen todo al igual que los rescates ejecutados, siempre al límite. La merma en la visibilidad, los gritos angustiosos de quienes piden ayuda y el oleaje son ingredientes de una receta extrema, temeraria y confusa.
Esta pasada madrugada se rescató a varios marroquíes y argelinos, algunos de ellos menores, con edades comprendidas entre 15 y 17 años. Ellos van a los recursos de acogida de los que dispone la Ciudad mientras que a los adultos se les aplica la devolución inmediata.
En estas últimas 48 horas se han producido varias apuestas siempre movidas entre la vida y la muerte. Con escasos recursos ante una situación que supera a lo que hay, Europa sigue sin pronunciarse en torno a una frontera sur de la que es responsable.