La vida de Enrique Sánchez Murcia es una de esas historias de entrega al servicio de una profesión, la hostelería. Nacido en Sabadell, Enrique comienza a trabajar a los 14 años como cocinero hasta que lo llaman a filas y realiza su servicio militar en Ceuta, cosa que le cambió la vida.
“Muy joven me fui fuera de mi tierra para trabajar en la hostelería y estuve en Alicante, Valladolid o Valencia hasta que me llamaron a filas y me tocó Ceuta”, explica. Al principio, no tenía mucho conocimiento de su destino y confiesa que creía que la ciudad autónoma era “un pueblo desértico en el que se encontraban tigres y elefantes por las calles”, comenta bromeando, pero a su llegada vio que llegó “y ya me di cuenta de lo bonita que es Ceuta, la cual considero Mi Tierra”.
Pero la vida le deparaba otra sorpresa, el conocer a una caballa con la que formó una familia de cuatro hijos y que le han dado cuatro maravillosos nietos. “Conocí a una chica de aquí y tengo que decir que no me engañó”, explica entre risas mientras continúa indicando que “me cayó muy bien y ahí continúo casado con ella, con nuestros cuatro hijos y cuatro nietos”. Una historia de amor que lo hizo mantenerse en la ciudad por muchos años y que asegura que continuará con su esposa “hasta que ella decida separarse de mí”.
Una vez cumplido su Servicio Militar, comenta que le propusieron continuar en el Ejército, pero él decidió dedicarse a su gran pasión, la cocina. “Luego me arrepentí de no haber seguido en el Ejército pero en cuanto salí del Servicio Militar comencé a trabajar en el Vicentino y posteriormente estuve en el CAS y en Empire”, recuerda.
Y en ese momento le informan que hacía falta un cocinero en Infanta Elena. Para acceder al puesto realizó un examen y entró a trabajar allí para posteriormente desempeñar su labor en diferentes puntos de restauración ligados al Ejército como la Residencia Militar Virgen de África o la Comandancia General.
Además, durante todos estos años ha hecho bodas de miembros de Ejército, por las cuales se ha ganado el aprecio de muchos. Como ejemplo pone que en muchas ocasiones se han dirigido a él comentándole que le había hecho diferentes eventos de esta índole como bodas o bautizos. “he hecho tantas que no me acuerdo pero que reconozcan tu trabajo siempre es algo bueno”, señala este cocinero.
Aún siendo civil, Sánchez se considera muy militar al haber estado ligado a la disciplina castrense durante muchos años. “Yo me considero muy militar aunque civil”, declara orgulloso. “Llevo toda mi vida en emplazamientos castrenses y aunque no sea militar me considero como uno de ellos”, expresa.
Toda una vida ligada al Ejército en la que ha tenido la oportunidad de conocer y servir a muchas personalidades. “He conocido a muchísimos comandantes generales, a la princesa de Luxemburgo, ministros,…”, comenta.
Emplazamientos diversos en los que ha tenido que trabajar hasta que una lesión cervical le impidió continuar con su labor en los fogones hace cuatro años. “Me surgió una lesión de cervicales que provocó que tuviera que cogerme la jubilación”, lamenta. “Yo no quería cogérmela pero los médicos me obligaron porque me quedó la mano muy mal y ya no podía trabajar en cocina”, confiesa.
Muchas anécdotas las vividas a lo largo de toda una vida en la hostelería, entre risas recuerda un banquete que tuvieron que hacer en la Hípica. “Como al responsable no le parecía bien el emplazamiento, tuvimos que desmontar el banquete y llevárnoslo a la Comandancia para servirlo allí”, explica. Para poder trasladarlo todo tuvieron que pedir ayuda al propio Ejército para poder trasladar todo lo necesario para poder llevarlo a cabo, cosa que rememora de forma simpática.
Una vida al servicio del Ejército que le ha valido un sin fin de reconocimientos, entre los que se encuentran la de legionario de honor, el diploma de La Legión o cuatro medallas al mérito militar, cosa de las que relata sentirse orgulloso: “Para mí satisfacción como esa no hay ninguna porque es el reconocimiento de mi trabajo”.
Por último, manda un mensaje de agradecimiento a la disciplina castrense por el buen trato que ha recibido en todo momento. “Estoy muy agradecido a las Fuerzas Armadas por haber sentido el afecto que me han tenido y el afecto que me han demostrado”, finaliza.
Excelente profesional, gran cocinero y colega, compañero que terminó siendo amigo, hizo tantos banquetes y celebraciones por ascensos o despedidas, que parece ser para la suya no quedo vino con unas aceitunas y decirle hasta siempre como se merecía, pero se marchó con la satisfacción del deber cumplido ¡un abrazo chef!