Esta campaña electoral que se parte la camisa en las barriadas tiene también su otra contienda en las encuestas. Los partidos las preparan, las cocinan, las distribuyen según les sean más o menos favorables, abriendo una segunda batalla para ir rascando votos a base de minar voluntades.
Las encuestas electorales encargadas por partidos se dan la mano con otras apadrinadas por instituciones. En estos días se están realizando llamadas masivas a teléfonos fijos de distintos hogares de Ceuta en las que una grabación automática se presenta como autora de un sondeo encargado por una institución oficial, la Ciudad Autónoma.
La empresa en cuestión, que no permite interactuar puesto que al otro lado del teléfono quien pregunta es una máquina, viola cualquier tipo de respeto a las familias ceutíes que han llegado a recibir la llamada de turno para responder a este cuestionario a las 7:30 horas. En otras ocasiones alcanzan el acoso repitiendo esa llamada de forma constante en una sola tarde al no haber respondido en la primera ocasión.
¿Dónde presentar la oportuna queja?, ¿de dónde se han obtenido los listados de números de teléfono que ni siquiera figuran en relaciones públicas?, ¿cómo se permite que una empresa contratada para hacer un sondeo de este calado llegue a adoptar este tipo de prácticas acosadoras e invasivas?
La crítica no es gratuita. No en uno sino en varios hogares de Ceuta hubo quienes se alarmaron al recibir una llamada en sus teléfonos fijos a unas horas inadecuadas que les hicieron temer lo peor.
No hay forma de presentar queja ni opción al desahogo ante quien no permite interactuar al tratarse de una grabación preparada ni tampoco ofrece una vía para retomar el contacto y exigir las explicaciones debidas. Convertir las faltas de respeto en norma y costumbre es tan peligroso como permitir que estas prácticas se extiendan pasándose por el forro la tan repetida ley de protección de datos.