El sábado regresa Raimundo Amador, maestro de la guitarra y de las fusiones, para ofrecer en ‘La Sala’ un concierto que está levantando una gran expectación. Atiende a ‘El Faro’ para hablar de diversos temas
Al tercer tono, contesta una voz grave al otro hilo del teléfono. ¿Palabras o melodía? Se mezclan ambos sonidos, el del castellano y el de la música que suena de fondo, porque aunque esté en mitad de un ensayo, en realidad las dos percepciones se fusionan en un mismo ente, en el Maestro Raimundo Amador –Sevilla, 1959–, que el sábado actúa en ‘La Sala’.
–Raimundo, que hoy en día es un grande, también tuvo inicios complicados, ¿Siempre hay salida y luz al final de los túneles?
–Mucha gente, muy buena ha intentado salir hacia delante y lo ha conseguido, incluso llegando a trabajar en un banco; otros no han tenido tanta suerte. En mi caso, no tenía muchas opciones de trabajar en un banco porque he ido poco a la escuela y además he nacido para la música.
–Siguiendo con el hilo de la anterior pregunta, ¿cómo ve la crisis que azota España?
–La crisis es delicada, porque mucha gente ya no tiene más opciones que buscar trabajo fuera. Incluso para mí se puede hacer necesario en cualquier momento salir fuera porque la cosa está mal, los ayuntamientos están tiesos, aunque a mí no me ha ido mal.
–Toca en Ceuta un día antes de las elecciones, ¿volverá rápidamente hasta Sevilla para votar o no hay urgencias?
–De política no entiendo mucho, y estando la cosa tan rara entiendo menos aún.
–‘Medio hombre, medio guitarra', ¿cual de las dos partes es la cabeza y cuáles son los pies?
–No lo he pensado, pero creo que hay casi más parte de guitarra que de hombre. Mi parte sentimental, familia aparte, se representa en la música.
–Raimundo Amador se ha convertido en una marca de calidad garantizada, ¿le gusta que se pueda quedar en un segundo plano al guitarrista en favor de su aureola?
–Me gusta ser algo más que un músico, pero no me gusta decirlo yo sino que lo reconozca el público y ustedes, la crítica.
–¿El Raimundo musical de ahora está a la altura del de hace año o ya tocó el tope?
–Digo lo mismo, no soy yo quien tiene que juzgarlo pero sí me parece que mi último disco es el más natural, de hecho se escuchan hasta ruidos de la casa y eso me encanta; es un rollo muy ‘Pata Negra’, tiene grandes colaboraciones y un sonido muy puro. Además hay innovación porque me canso rápido de hacer lo mismo, cada disco mío es diferente, no hay dos temas iguales en un mismo disco. Yo soy un camaleón.
–Lo dicho: un símbolo que haga lo que haga recoge admiraciones y aplausos.
–¡Claro que me gusta haberme convertido en un símbolo! Yo pensaba ser como mi padre, que En Paz Descanse, es decir vivir de la guitarra, criar a mis hijos pero no alcanzando cotas tan elevadas. Mi padre estaba sorprendido de dónde estaban llegando tanto yo como mi hermano Rafael. Poder vivir de esto es el sueño más bonito para un músico.
–Raimundo: Llega Ceuta.
–Sí, recuerdo que la primera vez que fuimos era verano y tocamos en un bolo, era el año 76, antes de grabar el disco de Veneno; después fui, acompañado de Ramón San Juan, en las fiestas de la ciudad para tocar el bajo, estaba también aquel día con Dyango con quien compartimos escenario; y por último estuve hace un par de años para tocar en ‘La Sala’.
–¿Qué le llamó la atención de la ciudad?
–Ceuta me atrae porque para mí es lo más cercano a Marruecos a la que nunca he ido. Además me dicen que Marruecos es más bonito que Ceuta, ¿no?...(Risas)...Es una broma, no quiero quitar el mérito a Ceuta porque cada sitio tiene sus lugares bonitos. Pero sí es verdad que siempre he tenido el rollo de estar en Chaouen o Casablanca porque me han dicho que es muy bonito. La primera vez que fui a Ceuta recuerdo que flipé por ver tantos musulmanes.
–Pues yá está, es la ocasión idónea para quedarse unos días disfrutando de Ceuta y luego visitar Marruecos...
–¡Ya me gustaría! Pero en mi profesión vamos corriendo de un lado para otro, conoces muchos sitios pero no tienes tiempo de paladearlos.
–Usted que se ha criado en el barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas, que tiene la fama de ser peligroso, cuando viaja a otra ciudad, ¿qué actitud adopta con estos barrios? ¿Los visita o evita adentrarse por sus calles?
–Cuando tú te crías en un barrio así, sabes cómo hay que actuar para que la gente no te ataque, si te ven natural y relajado pues te tratan como a una persona del barrio, porque lo notan. En los barrios marginales no puedes ir con la carita de asustado, y yo me he metido en barrios muy peligrosos, más que las Tres Mil. Por cierto, he estado por la noche en Ceuta, en los cafetines de los barrios marginales y no he tenido problema alguno porque me ven con la hechura y piensan: “Otro más de aquí”.
–¿Sabe que hay una expectación enorme por verle en directo?
–La otra vez en ‘La Sala’ había gente que me decía “Raimundo méteme dentro” pero yo no podía hacer nada porque había un puñado de gente y no cabía nadie más. No me extraña. Queremos dar un buen directo, con temas del disco nuevo, versiones de Pata Negra y de gente extranjera, y los clásicos como ‘Bolleré’ o ‘Ay qué gustito pa’ mis orejas’. Llevo una gente muy buena, una banda estupenda.
–Usted convierte los conciertos en ceremonias familiares donde hay una gran comunión con el público, ¿habrá algún invitado?
–En Sevilla o en Barcelona que conozco a amigos y músicos estupendos saco gente; no soy cobarde de invitarlos a subir. En Ceuta no conozco a nadie...(Reflexiona)... bueno conozco a David, bateria y percusionista, al que le mando un abrazo fuerte, y si me está leyendo le digo que se pase por la prueba de sonido a ver qué podemos hacer.
–El que se ha caído del cartel es Pepe Bao.
–¡Es que mi banda no es de músicos sino de estrellas y tienen muchos compromisos!
–Para quien ha tocado en grandes escenarios, ¿no se le hace insignificante tocar en una sala?
–Tocar en salas pequeñas es más íntimo, se crea una complicidad especial. El público se da cuenta de cómo estás ese día y viceversa.
–A un maestro en el arte de mezclar ritmo y crear nuevos sonidos, ¿no le falta un tema arábigo para los musulmanes de Ceuta?
–En mis discos hay ya cosas árabes, como en el último que hay una zambra árabe y flamenca metida por blues; la hago con un americano. Además siempre uso escalas árabes y flamencas en el blues. Eso es lo que llamo ponerse el turbante en la mano. Todo el mundo tenemos un poco de sangre árabe.