Buscaban tener derecho a algo, aunque ese algo sea el fracaso
La tragedia de la inmigración ha vuelto a sacudirnos. Sí, a todos. Porque este no es un asunto de ellos, un apéndice que nos toque de lejos. Son tragedias que vivimos en nuestra Ceuta, situada en una zona estratégica del drama, en una frontera sur marcada por las injusticias. Porque que sigan produciéndose muertes es injusto, que esas muertes se produzcan porque hay personas que simplemente quieren vivir mejor resulta monstruoso.
No sé cómo se llamaban. Solo sé que eran mujeres. Como yo, como muchas de ustedes. Por su aspecto no alcanzaban siquiera los 30 años. Eran unas chicas en la plenitud de la vida, con sueños, que tan solo miraron a través del espigón y quizá pensaron: bordeándolo tenemos las puertas abiertas a la oportunidad. Era lo único que buscaban, simplemente tener derecho a algo, aunque ese algo sea el fracaso. Pero, al menos, intentarlo.
“Cada fallecimiento es un duelo en nuestras conciencias, es un drama que no debemos obviar”
Sus dos compañeros de travesía pueden contar la historia, ellas ya no. Quizá terminen siendo enterradas sin saber su identidad, sin que sus familias sepan qué fue de su destino. Dos chicas jóvenes muertas. Otras dos más. Y son ya tantos... hombres, mujeres, niños. Esta frontera llora con lágrimas de sangre, la que dejan mujeres como ustedes, como yo, como lo serán sus hijas... como tantas y tantas luchadoras a las que se homenajeará el próximo 8 de marzo.
Cada fallecimiento es un duelo en nuestras conciencias, es un drama. No debemos pasar por alto estas historias porque significaría que nos hemos hecho de piedra, que nuestras almas dejaron de serlo, que somos meros seres incapaces de empatizar con el dolor de unas madres que parieron a esas hijas para que tuvieran una vida que no terminara atrapada en un mar alocado, en unas olas mortales, en unas rocas convertidas en el sudario nunca querido.
Que esto siga ocurriendo, que el mundo siga avanzando en un desequilibrio permitido, consentido y fomentado es el fiel reflejo de que todos los avances, todo el desarrollo del que alardeamos no es más que un salto hacia atrás en el concepto de mundo que queremos formar y del que queremos participar.
Ellas son víctimas, son eslabones rotos de una frágil cadena que se va formando en el entorno de nuestra ciudad. Hoy es el mar, ayer fue la valla, mañana será el abandono en el desierto, los palos, la subsistencia en los bosques... el drama en carne viva que se lleva vidas de una juventud engañada y manejada. Una juventud como la que tenían ellas.