Estaba en mi coche distraído escuchando un popurrí entre canciones actuales y noticias. Lo más destacado era que el PSOE tenía la delantera en un futuro gobierno. Cuando de repente escuché un ruido muy raro en la parte trasera de mi vehículo. Me sorprendió un poco ya que el lugar era bastante tranquilo. Miré por mi retrovisor interior hacia atrás y no vi nada. No le di importancia. Al cabo de unos minutos volví a notar algo en el maletero. Mi reacción fue de mirar nuevamente por el anteriormente reseñado artilugio y rotar en la manera posible de un lugar a otro para que no quedará nada en escrutar. Pero nada de nada.
También mi vista se puso en movimiento para comprobar los retrovisores exteriores, primero el derecho y luego el izquierdo. Pero no se captaba nada en ambos cristales. Tomé la decisión de salir de mi utilitario. Pero me quedé parado. Algo me estaba avisando en mi interior que desistiera de mi intento de salir del interior tan cómodo del auto. Pero nuevamente sentí un movimiento en el maletero. Esta vez no podía dejar de reposar mi impulso tenía que saciarme de la curiosidad. Aunque hay un refrán que dice: “La curiosidad mata”. Abrí la puerta descendí del mismo y con mucho miedo, debo de confesarlo, mire en la parte de atrás, retirándome unos metros por precaución y allí no había nada. Confieso que tengo una manía de oler donde voy pero no fui capaz de distinguir nada nuevo. Corría un poco de viento y sólo escuché el ruido del viento que soplaba con unas rachas bastante fuertes de levante. Yo mismo me autoconvencí que podría ser precisamente eso el viento. Eran las 6 y poco de la mañana. Muy temprano para todos y muy especialmente para mí que había tenido un fin de semana muy agitado por culpa de mis actividades deportivas y finalmente la salida nocturna del sábado donde había agotado todas mis resistencias tanto físicas, al incharme de bailar, como de mi tensión arterial por culpa de ponerme morado de cubatas. Yo creo que todo esto implicó en que me quedara profundamente dormido. Fue mal negocio y ahora os daréis cuenta.
Escuché unos ruidos en el maletero parecían golpes, que unos segundos más tarde parecían arañazos luego como si algo se hubiera subido encina del mismo maletero mire por el retrovisor y vi la figura negra de algo que tenía la cara muy rara. Era como un lobo. Las orejas largas y puntiagudas. Hocico largo terminado en dos agujeros que remataba una prominencia gorda. Sus ojos eran muy grandes con rasgos tipo rombo con la punta hacia arriba y el color era un amarillo muy verdoso. Lleno todo el conjunto de pelos. No fui capaz de distinguir la boca. Me quedé de piedra. Mi corazón latía a mil por hora. Los ojos y boca los tenia abiertos al máximo no daba crédito a lo que estaba viendo. De repente me desperté estaba sudoroso miré hacia adelante con mucha inquietud luego puse las manos en el retrovisor interior mirando para todos los lugares que podía con el mismo. Lo mismo hice con los exteriores. Pero nada. Di un salto y salí del coche. Mire con cierto miedo atrás y no había nada. Había sido un sueño. “Vaya sueñecito”. Este relato me lo contó un buen amigo hace pocas horas.