Luis Gonzalo Segura, anoche en Ceuta para presentar en la Biblioteca ‘Código rojo’, narró los 139 días que pasó encarcelado en un penal militar
El papel de las Fuerzas Armadas en las misiones extranjeras, “como en aquella en las que había armas de destrucción masiva”, dijo Luis Gonzalo Segura, anoche en la Biblioteca Pública del Estado, mezclando ironía y crítica; el cautiverio que pasó en los 139 días en los que estuvo encerrado en un penal militar, “aun sin que hubiera condena”; o el “claro sello franquista de muchos militares” fueron algunos de los temas principales sobre los que versó la intervención del teniente expulsado del Ejército, en Ceuta para presentar su nueva novela, titulada ‘Código rojo’.
Fue, por tanto, como la entrevista concedida en la jornada previa para El Faro, una intervención valiente llena de matices y denuncias hacia el estamento militar, esa cúpula castrense que destrozó alguna vez el sueño de Segura, “aunque no pierdo la esperanza de retornar a las filas”, precisó con un aire de inocencia infantil.
“He tenido tres fases diferenciadas dentro de los 139 días que estuve encerrado”, contó Segura a los asistentes que copaban la Sala de Usos Múltiples del centro bibliotecario, entre los que se encontraban miembros de Caballas (Aróstegui), Podemos (Basurco) o UPyD (Domínguez), “la primera fue cuando estuve veintidós días en huelga de hambre y el hospital se convirtió en un búnker en donde los policías militares hacían todo lo posible para que nadie se acercara a mí y que esto no se pudiera contar de ninguna forma”. “Fueron momentos delicados”, lamentó, para añadir que “a partir del séptimo día sin comer una persona normal no puede ingerir una ración normal, pues se pondría en peligro la vida del mismo, pero, sin embargo, los ‘señores’ que me custodiaban con un grado sumo de irresponsabilidad ignoraban esto”.
“En la segunda fase”, siguió relatando, “pude tener contactos con dos verdugos, uno de ellos un sargento con un tatuaje franquista en la pierna y el otro, un teniente coronel que escribe para la Fundación Francisco Franco, un tipo con una gran talla intelectual, por tanto”, bromeó. “Con estos dos señores la situación fue tortuosa, de modo que yo informé de ello pero yo no estoy en el Ejército y ellos sí”.
Respecto a la tercera fase, Segura la denominó como la del “aislamiento” porque “no me dejaron tener contacto con nadie de nadie”, concluyó acerca de su vivencia en el penal militar.
Por último, Segura elogió la “valiente” decisión del general Rodríguez por fichar por Podemos y vaticinó “tiempos de censuras” para el mismo por este hecho, “lo que habla de la poca democracia del Ejército español actual”, criticó para finalizar.