La Guardia Civil trata de averiguar la identidad del joven
cuyo cuerpo sin vida era encontrado en la mañana de este viernes en el arenal de la playa del Chorrillo, en Ceuta. El cotejo de las primeras imágenes de desaparecidos que obran en poder del Instituto Armado no ha arrojado resultados positivos. De momento nada se sabe del varón, que podría tener no más de 20 años, que vestido solo con un bañador ha venido a sumarse a la lista de muertes registrada este año. El mar lo arrastró hasta el Chorrillo, no llevaba mucho tiempo muerto, se barajan muchas hipótesis: desde que la corriente lo atrajo a Ceuta tras perecer en
Marruecos hasta que murió en cualquier travesía clandestina. Mientras el laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil trabaja, decenas de familias esperan una confirmación al otro lado de
la frontera. Los nombres de desaparecidos se acumulan. Los hay tras cruzar a nado los espigones después de despedirse de sus madres, las mismas que ahora esperan una llamada. También los que emprendieron rumbo en patera. Desde hace un mes, por ejemplo, se esperan datos sobre cinco marroquíes que salieron de Ceuta en una embarcación. Nunca más se supo de ellos. Jóvenes, otros cuarentones, niños... la frontera sur no entiende de edades, tampoco diferencia grupos. Las historias se agolpan a base de crueles tragedias provocadas por la enorme desigualdad. En el caso del fallecido del
Chorrillo llama la atención la cantidad de mensajes recibidos buscando un dato, una pista que ayude a su identificación. Son muchos los perdidos que se acercan al perfil del muerto. La tarea no es fácil. Hacen falta pruebas de ADN y denuncias de familias que no pueden cruzar una frontera cerrada desde hace más de un año. Todo son trabas, crecidas más aún en un mundo de tragedias.