El seleccionador marroquí de
fútbol,
Walid Regragui, eligió Castillejos para celebrar la Fiesta del Sacrificio y el viernes regresó a Ceuta, donde pasó muchos veranos de niño, para pasar un par de horas con sus familiares residentes en la ciudad autónoma. Su prima hermana Nayat Mustafa, vecina de
Loma Larga, le acompañó esa tarde en que creyó que, con gorra y la ciudad parcialmente vaciada en dirección tanto a la península como a
Marruecos por el 'puente' de
Eid Al Adha, podría pasar desapercibido. No lo logró.
“Estaba empeñado en pasar por Ceuta 'aunque fueran 10 minutos' y la verdad es que fue una locura tanto en la frontera como en la ciudad, donde tomamos un café en la Gran Vía, porque le reconoció un montón de gente y muchísimas personas quisieron hacerse una foto con él”, repasa Mustafa, que con Regragui acudió al cementerio de Sidi Embarek para visitar la tumba de Mustafa Benmasoud, padre de Nayat y tío del entrenador, a quien inculcó de pequeño la pasión por el fútbol. Aunque nació en Francia, Regragui tiene muchos lazos con Ceuta, el más directo el de su madre, Fatima Benmasoud, nacida en el Príncipe, en la casa ubicada sobre el terreno que hoy ocupa la mezquita de la barriada.
El seleccionador del país vecino, con cuyo equipo triunfó en el último Mundial, había visitado por última vez la ciudad autónoma hace siete años, cuando falleció Mustafa Benmasoud, el hombre que casi desde bebé, cuando su hermana y su cuñado se quedaban a trabajar en verano en las afueras de París, le traía a disfrutar de la familia y las playas en Ceuta y Castillejos. Durante la competencia de Qatar su prima hermana recordaba así sus vivencias de niños: “Mi padre lo crió desde pequeñito y también fue un poco lo mismo para Walid: el que le inculcó el fútbol y el pantalón corto, el que le compraba las camisetas del FC Barcelona y el AC Milán, los conjuntitos, las botas...”.