Siguen asesinando a mujeres y sigue siendo necesaria la adopción de medidas para dar la protección debida. Los minutos de silencio surgieron como una manera de visibilizar la protesta social por estas acciones, surgieron como una necesidad de que todos unidos dieran un ejemplo de que mientras hay quienes promueven este tipo de violencia también los hay que se plantan contra la misma y hacen un bloque común de protesta. Pasado el tiempo esa postura se ha desvirtuado porque ya ni siquiera los que promovieron esos minutos acostumbran a acudir a los mismos, nunca se ha conseguido que se sume la sociedad, quedando reducido a un puñado de políticos entre quienes hay quien ni guarda la compostura. No tienen sentido, constituyen más bien una pose que dejar inmortalizada en una fotografía de prensa. No se logra la empatía social además de que dejan ver una actitud pueril de las propias administraciones, que llegan a organizar los minutos de silencio por separado o se olvidan de víctimas porque no cuadra recordarlas en la agenda del día. Este tipo de actos carece de sentido, es más, se están convirtiendo en lo opuesto a lo que pretendían ser. Quizá haya llegado el momento recapacitar para que lo sucedido ayer, con la inasistencia de los partidos en su mayoría, no roce ya lo esperpéntico.