A cada lugar que va repite lo mismo. A la economía verde, azul, inteligente le añade eso del más Ceuta, más España y más Europa. Es el disco rayado del alcalde que le sirve para todo. Como su séquito le aplaude, cree haber dado con la tecla para solucionar todos los males, pero no es así.
Atravesamos tiempos delicados como para tener que escuchar la misma cantinela impropia de una ciudad con demasiados problemas como para tener que colocarse las orejeras y ponerse a mirar a través de una puerta con un solo agujero.
Un alcalde debe gestionar una ciudad abierta, no ajustarla al modelo que él, su séquito y sus protegidos quieren. Eso no es ser el alcalde de todos, sino de unos pocos. Y el resultado de esa máxima es desastroso para una ciudadanía que arrastra cuantiosos problemas sin soluciones a la vista.
Todo ello sin contar los proyectos fracasados que en cualquier otro lugar estarían ya judicializados. Sobre esto ni siquiera la oposición se detiene. Para qué, pensarán, en una absurda y cómica manera de entender la política.
Se ha llegado a un momento tan desquiciante que al alcalde no le queda otra que patearse las calles, volver a pisarlas y escuchar así al ciudadano al que, en nada, pedirán el voto.
Sería la mejor solución para que esta ciudad deje de ir por los caminos interesados -no que interesan a unos pocos-.
La política caprichosa del disco rayado del alcalde olvida a los autónomos que, pese a los esfuerzos, se van a ver obligados a cerrar sus negocios porque su economía, más que verde y azul, se vio preñada de números rojos sin que las administraciones hicieran algo por evitarlo.







Es la realidad de Ceuta que algún día va a tener que afrontar. Está actuando como político, no como alcalde, tapa los agujeros que más daño le pueden hacer. Me suena.