El 27 de noviembre se celebró en España el Día del Maestro en honor de San José de Calasanz, sacerdote y pedagogo precursor de la educación moderna. Y la familia Ugarte Parrado tiene esta fecha marcada en rojo en su calendario.
Esta familia ceutí, casi sin proponérselo, ha creado una pequeña tradición familiar, por denominarlo de alguna manera. Carmen Parrado, maestra desde hace 35 años y cerca de jubilarse, tiene cinco hijos y dos de ellos -el mayor y la pequeña- también son docentes. Estos tres miembros de la misma familia comparten genes y profesión laboral.
No se trata de algo premeditado o que esta ceutí haya querido inculcarle a sus hijos desde pequeños, sino que, simplemente, ha sido coincidencia. “Yo quería ser periodista”, contó Parrado, “pero no se podía estudiar en Ceuta. En casa no había dinero para tener dos estudiantes fuera de casa. Entonces, yo podía estudiar Magisterio. Y me metí porque no había otra cosa”.
Sin embargo, no se arrepiente de esta decisión. “Cuando yo empecé a ser una maestra más, fue cuando dije ‘esta es mi vocación de verdad”, confesó. Teniendo una madre como referencia, era fácil intuir que alguno de sus hijos podría dedicarse a la enseñanza.
Carmen Ugarte, la pequeña de la familia, reconoció que su vocación viene otorgada por su madre: “Yo de pequeña me iba con ella al colegio y cada vez que podía estaba ahí metida. La enseñanza es algo que llevo dentro”.
La educación y, sobre todo, la figura del maestro ha cambiado con el paso del tiempo. Carmen Parrado recordó su niñez en un colegio de niñas y con tan solo una maestra. “Ha habido una evolución muy grande”, comentó. El cambio que más ha notado esta ceutí en sus años como alumna y después como docente ha sido con respecto a la figura del maestro. “Antes se le respetaba más, ya no se le tiene tan idealizado. El maestro siempre tenía la razón”.
David Ugarte, el mayor de la casa y quien se decantó por la especialidad de educación física, señaló sobre esta cuestión que la figura del maestro era la preponderante y ahora “hay mucha más interacción con el alumno”.
Lo que sí tienen claro estos tres docentes es que las cosas, tanto en los colegios como en la educación, han cambiado con el paso de los años. Cuando los tres miran hacia atrás recuerdan su época escolar con añoranza. “He tenido la suerte de tener grandes maestros con los que disfrutaba”, apuntó David Ugarte.
Este docente ceutí contó con la ayuda de su madre cuando empezó a trabajar. Ahora, él está intentando hacer lo mismo con su hermana. “Es como mi segundo padre”, afirmó Carmen Ugarte.
Aunque cada uno está viviendo la docencia a su manera, los tres comparten que la vocación en esta profesión es muy importante y que no hace falta tenerla desde niño. Muchos son los que hacen magisterio por que entrar es más fácil y lo hacen sin vocación. “Para ser docente hay que tener vocación, si no, al final, acabas frustrado”, comentó David Ugarte.
Actualmente, la docencia se encuentra en una situación complicada. Pero estos tres docentes seguirán tirando del carro y educando como ellos fueron educados.
Parrado y sus hijos, además de cenas familiares, anécdotas, momentos vividos y vocación, han compartido también experiencia profesional en el mismo centro escolar.
En sus 35 años de profesión, esta profesora ceutí ha compartido algún momento de su vida profesional con alguno de sus dos hijos. Parrado lleva 15 años formando parte del equipo docente del ‘Rosalía de Castro’. Desde entonces, ha visto pasar a muchos docentes por esas aulas, entre ellos, a sus dos hijos.
“La primera vez que mi hijo David trabajó, lo hizo en mi cole. Y Carmen, cuando estaba estudiando magisterio y después como interina, también ha coincido una vez en mi cole”, contó esta maestra ceutí.
David Ugarte, por ejemplo, coincidió con su madre mientras esta era docente de infantil. “Fue mi debut como maestro. Y, además, dándole clase a ella, que daba infantil de cuatro años, y yo entré dando clase a infantil de cuatro años”, confesó.
Ella no se escondió al reconocer que estuvo encantada de tener a sus hijos en el mismo colegio. “La experiencia muy bien y encantada de la vida”, comentó. Ahora, ella sigue en su colegio de casi toda la vida, mientras estos dos hermanos comparten espacio de trabajo en el colegio Príncipe Felipe, en el que David Ugarte es el director.
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