Las últimas noches de niebla han dejado cuantiosos casos de desaparecidos. Muchos menores, pero también adultos, que según sus familias se echaron al mar para entrar a nado a Ceuta. Nada se ha sabido, ni en Marruecos ni en nuestra ciudad existe rastro de ellos.
No pueden desaparecer sin más. Las familias destrozadas piden ayuda, pero nada se puede hacer cuando ese espigón supuso el último escenario en sus vidas.
Las imágenes de los ausentes se repiten en cada noticia sin resultado, son una mera reseña que pasa a ser olvidada sin que sus seres queridos puedan romper el ciclo del duelo. Y eso es lo peor, perder a alguien sin saber dónde está.
Estas noches de niebla han dejado demasiados casos de jóvenes de los que nada se sabe. Ni en Marruecos ni en Ceuta hay rastro de su paradero, el drama crece cuando pasan los días sin tener noticias.
Tampoco las hay del joven arrojado al mar por el piloto de una moto de agua, son los traficantes del siglo XXI, los que sacan el dinero a los pobres arriesgando además sus vidas. Los arrojan al agua para escapar, viven del negocio de la pobreza explotando al límite las penurias que surgen entre fronteras.
Verano tras verano se repiten las tragedias, las muertes, las familias rotas que dan pie a historias que solo quedan en Ceuta, que no interesan, que son obviadas por los medios nacionales.
El silencio ante lo que sucede es la segunda muerte. Porque ese silencio solo sirve para que los mentirosos sigan siendo los poderosos mientras que los pobres continuarán siendo más pobres.
Muy buen artículo 👏👏,...para ser publicado en Marruecos, claro 👍 y su receptor sea el rey " de marras"